"El MEH es la catedral del conocimiento y la evolución"

R. PÉREZ BARREDO
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Hace algo más de cuatro décadas que los codirectores de Atapuerca tuvieron un sueño. Les movía la ilusión y la ambición por cambiar cosas y dejar huella. Lo lograron.

Los codirectores, en la Trinchera. - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

En ese cañón horadado que es la Trinchera del Ferrocarril, en un silencio telúrico que sólo interrumpe el canto de algún ave, se siente el magnetismo de Atapuerca, de sus entrañas llenas de secretos que hablan de orígenes remotos. Ahí, en ese instante, en esta arteria de la Montaña Mágica, Juan Luis Arsuaga se asemeja al hechicero de la tribu, el sabio que convoca a los suyos en torno al fuego para fascinarlos con un relato cósmico, lleno de misterio y sortilegios. Está contando una historia que resume perfectamente lo que supuso y lo que supone el Museo de la Evolución Humana, del que fue impulsor junto a Eudald Carbonell y José María Bermúdez de Castro y del que es desde hace siete años director científico. Con esa capacidad de seducción tan suya, y que por momentos tiene resonancias atávicas, evoca el paleoantropólogo la visita a Burgos hace unos años de un eminentísimo científico británico.

"Durante nuestro recorrido por los yacimientos le conté que habíamos hecho un museo, y manifestó interés en conocerlo. Aparcamos el coche en la plaza de Santa Teresa. Como se sabe, al lado hay un edificio de la Junta [sede del Servicio Territorial de Sanidad] y al pasar por él le iba contando que también había un centro de investigación, además del museo. Empezó a decirme que era impresionante que hubiéramos conseguido algo así, me estaba felicitando y elogiando el éxito que eso suponía para toda la sociedad, hasta que me di cuenta de que no estaba mirando al complejo de la evolución humana, sino al edificio de piedra de la Junta. Cuando le saqué de su error se quedó mudo. ¡Pero ya le había parecido increíble que hubiese sido el edificio de la Junta! Eso significa que no hay ningún otro lugar en el mundo en el que exista algo así".

Tras la reveladora anécdota, narrada como un cuento, Arsuaga es concreto: "Es una historia de éxito. Y gracias a Atapuerca somos envidiados en todo el mundo. El MEH es el centro del mundo para la reflexión, el debate, la discusión y el conocimiento de la evolución humana. Tenía sentido el museo porque aquí está el mayor yacimiento del mundo, el mayor proyecto científico del mundo, el mayor equipo, universidades, centros de investigación. Siendo así, tenía todo el sentido que Burgos sea la capital mundial. Hemos hecho congresos mundiales y hacer más, siempre más. Tenemos que seguir empeñados en hacer más, en seguir haciendo las mejores exposiciones, mantener esa filosofía de museo como un lugar activo, creativo, que siempre está buscando nuevos argumentos para ofrecer cosas nuevas. Las actividades que desarrollamos semanalmente en el MEH no las tiene ningún otro museo del mundo, y hablo con conocimiento de causa porque los conozco todos. El programa de actividades es impresionante. Tiene un nivel enorme". Para ello, claro, seguirá siendo imprescindible, apunta Arsuaga, el respaldo político y el apoyo social. "La conciencia de que es un lugar único. El Museo de la Evolución Humana es un nodo. Tiene la vocación y la posibilidad real de convertirse en un referente", concluye.

El proyecto que más "costó". Eudald Carbonell recuerda que el MEH fue el proyecto que más costó que saliera adelante. Por el que se pelearon a brazo partido, contra molinos y gigantes. "Costó mucho. Este proyecto tiene tres patas: el yacimiento, el lugar del que salieron los fósiles, el punto cero y las publicaciones científicas; la segunda, el ámbito académico: conseguimos que desde aquí se impartieran másters en seiscientas universidades; y la tercera, la socialización. Por eso nuestro gran reto era que se hiciera ese gran museo que permitiera socializar y dar a conocer a la sociedad los hallazgos. Tuvimos, afortunadamente, la ayuda inconmensurable de Ángel Olivares como alcalde de Burgos y de Juan Vicente Herrera como presidente de la Junta de Castilla y León. Sin ambos esto no se hubiera podido llevar a cabo. Creo que el Museo de la Evolución Humana es la pantalla cultural en la que se proyecta lo que es Atapuerca y el que ha dado consistencia social a este proyecto. Porque por él han pasado ya cientos de miles de personas. Quiero recordar que la exposición Del mono al hombre, que ha sido la exposición itinerante más importante de Europa con más de tres millones de visitantes, se inauguró aquí, en Burgos. También aquí se celebró el Congreso Mundial de Prehistoria, que sirvió para que todos los científicos del mundo conocieran lo que habíamos hecho aquí".

Para el paleontólogo catalán, el MEH "es una de las joyas de la corona después del yacimiento. El museo es el espejo donde nuestra sociedad debe mirar". Pero hay más. Para Carbonell, la existencia del MEH es pura vanguardia frente a un pasado reciente de había habitado en las catacumbas de la dictadura, del hambre de la posguerra, de la falta de libertad. Una ruptura con todo eso. "Hemos de pensar que esto, en un país como España, que viene de una tradición de falta de democracia, de falta de respecto social, donde se estudiaba a Adán y Eva y no a Darwin, es un logro. Hemos conseguido que el darwinismo entrara en la sociedad. El Museo de la Evolución Humana es la catedral del pleistoceno, la catedral del conocimiento y de la evolución de nuestra especie, porque en ningún lugar de Europa se ha encontrado todas las especies que se han encontrado aquí. El MEH es el espejo de ese trabajo y también de un país.

"Tuvimos un sueño que venía de lejos". José María Bermúdez de Castro no puede desvincular este feliz aniversario del "largo proceso" que hubo de darse hasta alcanzar tan estupenda realidad. "Han sido cuarenta años. Y empezamos con muchísimo esfuerzo y muchísimo trabajo, con pocos medios pero con mucha ilusión -y menos años de los que tenemos ahora-. Tuvimos un sueño que venía de lejos, de aquella época joven en la que teníamos héroes que eran esos científicos que habían descubierto esto y aquello por todo el mundo. Soñábamos, siendo tan jóvenes, que en un país que salía casi de la miseria y la caverna podíamos hacer algo. Vivimos no sólo la Transición política, sino también la social y la económica. Y formamos parte de eso. Soñamos con que podíamos cambiar algo de este país. Y luchamos por ello de una manera muy romántica, buscando la posibilidad de trabajar -con el esfuerzo que fuera necesario- para que este país fuera de referencia".

El paleoantropólogo cree hoy, tantas décadas después, que aquel objetivo, aquel anhelo, se ha cumplido. "Creo que en algunos aspectos lo conseguimos. Ha habido muchos momentos en los últimos años en los que España ha estado a la vanguardia en el estudio de la evolución humana, llegando a estar sólo por detrás de Estados Unidos en cuanto a publicación de estudios e investigaciones. Eso ha sido un éxito enorme y nos ha hecho sentirnos gratificados, muy orgullosos de ese trabajo", subraya.

Bermúdez de Castro cree que Atapuerca "tendrá altibajos por el tema económico, pero es un proyecto que continuará durante muchísimos años porque tiene un potencial enorme y es un proyecto internacional, abierto y nada endogámico. Aquí se estudia la especie humana. Y eso somos todos. Y ahí está el MEH para mostrar lo que hemos sido y lo que somos. Y el museo es un reflejo de nuestra especie también por la programación que acoge -música, talleres, literatura, arte-. Porque eso es el ser humano. Y es el museo de nuestra especie, de nuestra cultura y de todos", concluye.