Vinculan la muerte de Ana Belén con ataques a dos mujeres

Ó.C.
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Los casos no se relacionaron desde un primer momento por un «fallo» en la comunicación con el hospital. La investigación apuntó pronto a Agustín Herrero y le detuvieron el 3 de octubre a las 18 horas, tras una reacción «fría»

Imagen de la sala en la que se está celebrando el juicio, con el acusado a la derecha, con chaqueta de chándal. - Foto: Valdivielso

La Policía Nacional pronto sospechó de Agustín Herrero por la muerte de Ana Belén Jiménez. La violencia de género centró la hipótesis al poco de descubrir el cadáver, porque el móvil del robo se desechó, tras comprobar que el bolso y las llaves del coche estaban en el interior del vehículo en el que el asesino confeso dejó el cuerpo sin vida de su mujer en la calle Río Ebro de Miranda. El agente instructor del caso relató detalladamente en la Audiencia Provincial de Álava, cómo la actitud del marido no cuadró desde el primer momento, con una reacción que los agentes que acudieron a comunicarle lo sucedido a la fábrica de Mercedes en Vitoria definieron como «fría» o «inaudita». Además presentaba varios arañazos en la cara. El responsable de la investigación también explicó los registros de la vivienda y los avances que consiguieron en las primeras  horas, que arrinconaron a Herrero. También reveló que la única pregunta que quedó sin responder tras la confesión y el análisis de la casa era ¿por qué la había dejado en Miranda?

El motivo está en los ataques que esos días había protagonizado ‘el loco del martillo’. Esta otra causa se examinará por separado en  Miranda y el caso está próximo a terminar la fase de instrucción, que se ha prolongado por el estado de salud de una de las víctimas. A pesar de que todavía no ha empezado a juzgarse, el policía nacional que dirigió la investigación remarcó que Agustín Herrero es el principal sospechoso y se piensa que lo hizo como coartada. 

En un primer momento no se relacionaron los ataques con la muerte de Ana Belén «porque el sistema falló». El hospital comunicó  tres casos un par de días después de la aparición del cadáver. Uno se eliminó pero se mantuvieron dos, incluido uno que se produjo la mañana del 3 de octubre, según la policía, a las 9.15 horas cerca de donde apareció Ana Belén. La geolocalización del móvil sitúa a Agustín Herrero en la ciudad a esa hora, aunque el acusado afirmó que estaba en Rivabellosa. Al margen de esta sospecha, el instructor habló de «un plan» aquella mañana, porque bajó a su mujer, volvió a subir a Turiso a por una furgoneta y la regresó «para cerrar el círculo».

Uno de los atenuantes expuestos por la defensa se centra en la colaboración del acusado. Los agentes que participaron en la investigación restaron peso a esta ayuda, porque cuando se produjo su confesión ya se había realizado un primer registro en el que se encontraron guantes idénticos a que se halló ensangrentado junto al coche. Además, también habían visto «lo que parecían restos de sangre» en la cocina, en uno de los dibujos de los hijos, y que posteriormente se certificar con facilidad gracias al luminol, que evidenció dónde se produjo el crimen. La inspección inicial se produjo el mismo día tres y al día siguiente el acusado confesó. Hasta ese momento no había preguntado por sus hijos y tampoco por lo que había pasado con su mujer. La única reacción que vieron los agentes se dio cuando la policía habló de que la muerte se había producido con una piqueta. 

«No es una piqueta», contestó Agustín Herrero, que tras la noche en el calabozo se doblegó.  El instructor más que «una confesión» lo definió como una «versión que él piensa que le interesa». En el segundo registro sí que colaboró con los agentes en la entrega del martillo con el que mató a su mujer. El mango estaba roto a causa de los golpes que dio. En su primera declaración oficial, con presencia de su abogado, el agente reprodujo lo que había dicho Herrero cuando «reconoció ser autor de los hechos y dice que la mata en la cocina por la espalda, la dio un martillazo sin que percibiera la llegada cuando la iba a golpear. Después del primer impacto al ver que seguía viva la golpeó dos o tres veces más».

El instructor indicó que en casos de violencia doméstica, al no conocer a la víctima, tienen que bucear en su entorno para tratar de esclarecer los hechos. Tras hablar con familia y amigos remarcó el control que ejercía Agustín Herrero sobre Ana Belén y confirmó que la hermana sabía la contraseña del móvil, «soraya con minúsculas», porque la víctima se lo había dicho «por si la pasaba algo».