40 años de Castilla y León

R. PÉREZ BARREDO
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El 25 de febrero de 1983 fue aprobado el Estatuto de Autonomía de Castilla y León, el último de todo el Estado. Las polémicas, los enfrentamientos y las desavenencias marcaron un proceso tortuoso pero esencial

Juan José Laborda, Octavio Granado, Juan Carlos Aparicio y José María Peña San Martín. - Foto: Alberto Rodrigo y Valdivielso

Castilla y León fue una de las primeras comunidades que solicitaron el régimen de preautonomía (después de Cataluña, País Vasco, Galicia, Valencia y Andalucía), proceso iniciado en junio de 1978. Sin embargo, fue la última región que recibió la aprobación, por parte de las Cortes Generales, de su Estatuto de Autonomía, hecho del que se van a cumplir 40 años el próximo día 25 de febrero. No sucedió por casualidad: todo aquel proceso estuvo plagado de desencuentros y enfrentamientos casi desde el principio debido a tensiones territoriales, a polémicas sobre la capitalidad, al papel de las diputaciones, a la asunción de las competencias o a la representación de las provincias más pequeñas; quizás, el hecho de que sea uno de los pocos estatutos que no fue refrendado por los ciudadanos da muestra de los problemas que se vivieron en los años previos a su aprobación.

Ni siquiera el ámbito territorial quedó delimitado desde el principio, toda vez que se contemplaba la inclusión de Cantabria y La Rioja en la autonomía naciente. Como se sabe, ninguna acabó incluida en la región, sino que se constituyeron como autonomía uniprovincial, lo mismo que a punto estuvo de suceder con León tal y como deseaba Alianza Popular, que recurrió hasta el Tribunal Constitucional para que esta provincia quedara fuera de la Comunidad. Pero es que Segovia fue incorporada a Castilla y León mediante ley orgánica sancionada por el Rey el 1 de marzo de 1983, cuatro días después de la aprobación del Estatuto.

No. No fue sencillo. Hubo hasta debates sobre el gentilicio. Ya no digamos sobre la capital. En un principio se apuntó a Tordesillas. Fue tal el revuelo en Burgos, que esta provincia amenazó con separarse de la Comunidad; finalmente, se decidió que una ley terminaría determinando las sedes institucionales. Con la victoria socialista en las elecciones generales de octubre de 1982, el mayor peso de los del puño y la rosa en las instituciones incrementó la proporcionalidad en las disposiciones electorales del Estatuto y rebajó el peso de las diputaciones en la configuración de la Comunidad. Cuatro de las personas que protagonizaron y vivieron muy de cerca este proceso abren su memoria para este periódico 40 años después.

Juan José Laborda (PSOE) | Expresidente del Senado, en 1983 era portavoz de su partido en la Cámara Alta

"Las sucesivas reformas del Estatuto han conferido a Valladolid atribuciones que no pueden funcionar. No somos Cataluña"

El entonces senador y portavoz del PSOE en la Cámara Alta vivió muy de cerca todo el proceso autonómico. "El Estatuto que se aprobó hace cuarenta años estuvo condicionado por el hecho fundamental de que el centro-derecha, ya representado por Alianza Popular dado que la UCD estaba casi desaparecida, estaba en contra de los Pactos Autonómicos que fue el acuerdo al que llegaron el PSOE y la UCD con el gobierno de Calvo Sotelo tras al intento de golpe de Estado del 23-F. Cuando triunfa el PSOE en octubre de 1982 se aprueban los últimos estatutos. En Castilla y León, AP tenía una gran presencia. En Burgos habían ganado las elecciones. AP defendía la posición de Segovia. El alcalde de Villadiego, Agustín de la Sierra, y el de Burgos, José María Peña, eran contrarios a las autonomías. AP votó en contra del Estatuto de Autonomía. Y lo recurrió al Constitucional. El Estatuto de Autonomía de Castilla y León nació tocado del ala".

Cree Laborda, en este sentido, que siempre ha habido cierta falta de legitimidad. Subraya, asimismo, que a partir de 1975, "el enorme prestigio que entonces tenía Cataluña como avanzadilla de la democracia y de la descentralización, lo imitamos todos. Y Castilla y León se estructura, entonces y ahora (tras tres reformas estatutarias) imitando cada vez más el modelo catalán, es decir, una estructura que, al final, crea una especia de acromegalia en torno a la capitalidad. Pero lo que sucede es que Valladolid no es Barcelona, que tiene un dominio sobre el conjunto de Cataluña debido a su industria, a la población, a su historia, que no tiene Valladolid. Barcelona sale naturalmente como capital de Cataluña, pero Valladolid no. La UCD intentó que fuera Tordesillas. Y se estuvo dando vueltas hasta el año 1987, porque yo pacté con Aznar situar las instituciones en Valladolid. Mejor dicho: legalizar lo que ya era una realidad".

Burgos pudo haber sido la capital, pero hubo errores de todos, también de Peña, y Valladolid abrió los brazos"

El que fuera presidente del Senado entre 1989 y 1996 quiere ser claro en un punto: "Burgos pudo haber sido la capital de la Comunidad Autónoma, pero hubo errores de todos, y algunos de los más importantes los tuvo José María Peña, que expulsó a la Comunidad Autónoma naciente del Palacio de la Isla [que había sido la sede de la preautonomía]. Y los de Valladolid abrieron los brazos. Pero todo colgó de un hilo porque aquel Estatuto se aprobó sin que se recogiera cuál iba a ser la capital, sino que esta cuestión se decidiría votando con una mayoría reforzada. Se recogía el procedimiento, no la cuál sería la capital".

Así fue: en 1987, se votó. El PSOE regional, con Laborda como líder y portavoz de la oposición, apoyó la propuesta popular de que fuera Valladolid la capital, "cosa que creó un gran conflicto en Burgos. A mí, Peña me puso a parir. Igual que a los procuradores populares por Burgos que votaron esa cuestión. No tenía sentido mantener aquella cuestión abierta porque el Gobierno ya estaba allí desde hacía cuatro años, desde la época de Demetrio Madrid". La sucesivas reformas del Estatuto de Autonomía de Castilla y León, entiende Laborda, no han hecho sino abundar en conferir a la capital "unas atribuciones que no pueden funcionar en esta región, que es completamente diferente a Cataluña. Entre otras cosas porque Castilla y León es la 'madre' del Estado español. Y somos una región posnacional. Aquí no puede surgir un movimiento nacionalista. Pueden surgir movimientos de tipo provincial. Y de ahí viene una cosa que tenía un cierto rasgo reaccionario, y que es el llamado burgalesismo; pero, al mismo tiempo, ese burgalesismo existe profundamente y viene del pasado. Lo que la gente de izquierdas, a mi entender, debiéramos hacer, es intentar enlazar con ese profundo sentimiento de la sociedad de Burgos. Y lo mismo encuentras en León, en Salamanca o en Segovia. No se ha dado respuesta a ese sentimiento. Es evidente que Valladolid es el lugar en el que se cruzan todas las fuerzas que conforman una región, pero no tiene la capacidad de convertirse en el líder del conjunto. Entre otras cosas, porque es muy homogénea. Sí: está en el centro, pero la riqueza paisajística, lingüística... Eso lo encuentras en Burgos, en León, en el Bierzo...", apostilla.

Octavio Granado (PSOE) | Exsecretario de Estado, en 1983 fue procurador

"La gente se acostumbró a que existía Castilla y León, y eso se ha consolidado"

El histórico político socialista, exsecretario de Estado de la Seguridad Social, había aprobado unos meses antes unas oposiciones y estaba trabajando como profesor de instituto en Asturias. Admite Octavio Granado que sabía de la situación regional "lo que leía en los periódicos". Y reconoce que fueron meses de "incertidumbre". Granado, que encabezó la lista de la candidatura por Burgos, recuerda con amargura "el desgraciado incidente de la sede de las instituciones, que generó una enorme perturbación en la vida política. Yo entonces aprendí tal vez lo más amargo de la política, que es la facilidad con la que se cambia de posición cuando uno cambia de situación. Coalición Popular nos estuvo amargando la vida con la sede de las instituciones y cuando Aznar fue nombrado presidente tras ganar las elecciones lo despachó en una fracción de segundo".

Aprendí lo más amargo en política: lo fácil que se cambia de opinión cuando se cambia de situación"

Señala Granado que, aunque la capital de Galicia es Santiago de Compostela o la de Extremadura, Mérida, "había una serie de razones que aconsejaban que una región con 94.000 kilómetros cuadrados tuviera una sede de las instituciones en la zona central de la Comunidad. En cualquier caso, lo más importante fue que echamos a andar la Comunidad Autónoma, que la gente se acostumbró a que existía un ámbito que era Castilla y León, y que con el tiempo se ha ido consolidando. Creo que hemos constituido una Comunidad Autónoma con cuarenta años, con sus logros y sus carencias, pero que en estos momentos en una parte fundamental de la vida de la gente.

Juan Carlos Aparicio (AP) | Exministro y exalcalde, en 1983 fue procurador

"El Estatuto merece un voto de confianza para disfrutarlo otros 40 años"

"¡Cómo pasa el tiempo!", es lo primero que exclama el exministro y exalcalde Juan Carlos Aparicio, que fue procurador en las primeras Cortes regionales que salieron tras la aprobación del Estatuto de Autonomía. El político burgalés, asaz memorioso, asegura en su evocación tener "una mezcla de sentimientos". Contextualiza con rapidez: estaba reciente el golpe de Estado de febrero de 1981. "Había ilusión. Era una institución que echaba a andar. Los españoles habían puesto muchas expectativas en favor de aquella síntesis de la Transición que era 'libertad, amnistía y estatuto de autonomía'. Creo que intentamos trabajar con ilusión. Fueron unos años en los que yo aprendí el trabajo de la oposición [Demetrio Madrid, del PSOE, se convirtió en presidente de la Comunidad tras las elecciones de mayo de ese 1983].

Había ilusión porque era una institución que echaba a andar. Había muchas expectativas"

Subraya Aparicio que fue el último Estatuto en aprobarse "por las dificultades que conllevaba la resolución de los recursos de inconstitucionalidad que especialmente desde Segovia habían interpuesto grupos que se decían castellanistas". Recuerda el que fuera procurador en aquella primera legislatura que también en Burgos "hubo un sentimiento importante de desafecto liderado por el alcalde de Villadiego, Agustín de la Sierra, y otras personas". Sentimientos encontrados, sensación de fragilidad democrática... "Pero cuarenta años después aquí estamos, con un Estatuto de Autonomía que se ha ido modificando, adaptándose a las nuevas circunstancias, y que ciertamente merece un voto de confianza para que al menos otros cuarenta años podamos disfrutar de él".

José María Peña San Martín (UCD) | Exalcalde de Burgos, en 1983 ostentaba el cargo de regidor

"Burgos no se ha llevado más que palos desde entonces. ¡Pobre Burgos! Nos hemos quedado en nada"

José María Peña San Martín, exalcalde de Burgos, fue uno de los látigos de las autonomías. Siempre defendió, y sigue haciéndolo, que no se debió a un mal entendido burgalesismo, sino a su convencimiento de que ese modelo, lejos de beneficiar a su tierra, constituía un baldón; que sería perjudicial. Sigue sosteniéndolo. "¿En qué ha quedado Burgos? En nada", subraya e insiste en que "aquello fue una locura, no tenía ningún sentido. Nunca creí en esa descentralización del Estado a ningún nivel, ni administrativo, ni económico, ni social... Siempre creí que ese sistema, tal y como fue concebido, era un enorme despropósito político que no iba a aportar ninguna ventaja ni a cubrir ninguna necesidad". Contra quienes le acusaron siempre de haber expulsado del Palacio de la Isla al Gobierno preautonómico, él afirma que nada de eso. Que salió de allí por su propio pie -"se marcharon sin que yo les echara"- y que el hecho de que Valladolid se convirtiera en la capital estaba más que preparado, por más que la ciudad del Pisuerga no lo fuera oficialmente hasta el año 1987, de la misma forma que también tuvo claro que La Rioja y Cantabria no terminarían formando parte de esta Comunidad.

"Burgos salió perjudicada de aquel proceso. Sólo sirvió para enfrentar a territorios. Creo que nadie supo entender lo que queríamos". Considera el exregidor de la Cabeza de Castilla que, cuarenta años después, no existe sentimiento regional, no hay un sentimiento identitario. "No hay ningún sentimiento castellano-leonés. No hemos conseguido nada. En absoluto". No cejó nunca de insistir Peña en su idea de que el sistema de autonomías iba a ser "un voluminoso cáncer que va a roer hasta las mismísimas entrañas de la economía español, sin aportar a la sociedad ventaja alguna en orden a la satisfacción de sus necesidades".

Burgos salió perjudicada de aquel proceso. Me pareció un despropósito que enfrentó territorios"

Publicó Peña San Martín distintos artículos en la prensa nacional en los que dejaba clara su postura: "Hemos de reconocer que las autonomías se han desarrollado, en general, de espaldas al pueblo. En algunas regiones me atrevería incluso a decir que se estructuraron en contra de su voluntad, o al menos de una gran parte del mismo, y esto es grave, muy grave. España es una nación pequeña en superficie y con un número de habitantes no elevado. ¿Cómo se justifica la necesidad, para su buen desarrollo, de 17 Gobiernos, 17 Cortes, 17 Tribunales Superiores, etcétera? Ello, además del Gobierno Central ubicado en la capital del Reino (...) Que el 'hecho provincial' tiene extraordinario arraigo en España, lo demuestra la realidad, conocida por todos, de que ninguna provincia con autonomía propia quiera unirse a otra Comunidad. En cambio, son varias las que no se encuentran ni medianamente a gusto en la Comunidad, donde han sido incrustadas y de la que desearían salirse. Con las autonomías, tal y como están concebidas, ¿de verdad se ha logrado acercar más la Administración al administrado, con un menor coste de funcionamiento de nuestra Administración (globalmente hablando) y con una mayor productividad y eficacia en la gestión?", escribió en el año 1984.

Un año más tarde, reclamó al presidente del Gobierno, Felipe González, un referéndum sobre las autonomías al entender que su desarrollo no había tenido una sola ventaja. Y sigue en sus trece. "Burgos no se ha llevado más que palos en muchas cosas. ¡Pobre Burgos! Tristemente es así. Todo se ha quedado en Valladolid. No hay más que ver dónde estamos. Me duele porque nos hemos quedado en nada. Creo que sin autonomía Burgos hubiese progresado más, no nos veríamos como estamos ahora. Estaríamos mejor, seguro. Yo lo que siempre hice fue luchar y trabajar por Burgos, mi tierra, que era y es lo que me importó toda la vida. Otros antepusieron a su partido por encima de los intereses de Burgos e incluso de sus ideas, pero ese nunca fue mi caso. Para mí, Burgos siempre fue lo primero", concluye el exregidor.