La Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha revocado el auto de rebaja de pena a un agresor sexual de diez a nueve años de prisión. Los hechos tuvieron lugar en diciembre de 2016, cuando C.I. abordó a una mujer en la calle Teruel, en el barrio de San Pedro y San Felices, la tiró al suelo y la forzó. Una reducción tras la revisión realizada de oficio con la entrada en vigor de la polémica Ley 10/2022, conocida como del 'sólo sí es sí'. 

La Audiencia Provincial, que en su momento fijó la pena en su mitad superior por reiteración del delito (ya había cometido agresiones anteriormente), dictó el pasado 9 de diciembre auto de rebaja de la condena impuesta al entender que con las nuevas horquillas y teniendo en cuenta el principio de proporcionalidad se debía reducir en un año. 

La acusación particular presentó recurso ante el TSJ, al que se adhirió el MInisterio Fiscal, oponiéndose a esta rebaja. Recurso que ahora estima el tribunal al considerar que la pena impuesta con anterioridad encaja perfectamente en la horquilla marcada por la nueva norma. 

El magistrado ponente explica que "la pena impuesta en la sentencia, 10 años de prisión, resultaría, por tanto, igualmente imponible conforme a la nueva norma, pues el Tribunal no optó por imponer el límite o cifra mínima de entre las posibilidades que le ofrecía la norma derogada (9 años), sino, antes bien, se inclinó por aumentar la pena por encima de dicho límite en atención a las circunstancias del caso". Y añade que "la pena impuesta no puede ser revisada, rechazando la posibilidad de que este caso pueda hacerse el recálculo proporcional que efectúa el auto recurrido". 

Los hechos concretos ocurrieron el 11 diciembre de 2016 sobre las 5 de la mañana. C.I. abordó a su víctima y le dijo "cómo te dejan salir sola de casa" y "dame dos besos". Acto seguido, le tocó el culo en dos ocasiones, le lamió la cara y trató de llevarla a un descampado próximo a la fuerza. Al resistirse la mujer, la tiró al suelo y se tumbó encima de ella. Le rompió los pantys y las bragas que vestía, manoseándole las nalgas y la zona genital, llegando a introducirle los dedos en su ano. Sus gritos de auxilio alertaron a varios vecinos, lo que provocó que el agresor huyera del lugar.

La reiteración delictiva del reo, que no solo había cometido con anterioridad una, sino cuatro agresiones sexuales, fue clave para que el juez fijara la pena en un su mitad superior y le condenara a diez años de prisión.