De tabús, violencias y libertades

ALMUDENA SANZ
-

La dramaturga y directora María Velasco conecta feminismo y ecologismo en 'Talaré a los hombres de sobre la faz de la tierra'

Laia Manzanares protagoniza el espectáculo de la creadora burgalesa. - Foto: Mara Alonso

Decía Rilke que la infancia es la verdadera patria del hombre y la de la directora y dramaturga María Velasco corrió a orillas del Arlanzón. Una anécdota vivida durante su adolescencia en una merienda familiar en El Parral, en la que aquella niña se automarginó y se puso a dibujar bajo la sombra de un árbol sin saber que su pelo se quedaría pegado a la resina y habría que cortarlo, da pie a Talaré a los hombres de sobre la faz de la tierra, una propuesta que estrenó en noviembre de 2020 en el 38 Festival de Otoño de Madrid y este domingo llega al Principal (19.30 h., 10 euros). Lo hace en el marco del 25 Ciclo de Teatro Joven y con cinco candidaturas en los Premios Max: Mejor espectáculo de teatro, Mejor autoría teatral, Mejor dirección de escena, Mejor diseño de espacio escénico (del burgalés Marcos Carazo) y Mejor actriz (Laia Manzanares).

De ese pequeño recuerdo íntimo aflora una obra, en palabras de su autora, muy personal que transita por las etapas de vida de una niña y muestra cómo su universo sexoafectivo se va fraguando en el contacto con los padres, las primeras relaciones amorosas, su paso académico y una serie de experiencias vitales, que alcanzan incluso a la prostitución, que le llevarán a desaprender algunos de los valores adquiridos para lograr por sí misma una libertad sexual. 

«Plantea una reconciliación con sus instintos naturales que, de algún modo, suponen una vuelta a la naturaleza», agrega Velasco sobre este montaje despojado de edulcorantes y dotado de una crudeza que hace que conecte con las adolescentes, un público, en general, al que le cuesta sentarse en el patio de butacas. 

«Les concierne especialmente porque habla de cómo se va fraguando la educación sexoafectiva, un territorio que no está fuera de tabús. La obra aborda especialmente la emancipación sexual de las mujeres de una manera muy descarnada y muy libre de tapujos. Esta sinceridad se agradece y se crea un espacio muy hermoso para compartir experiencias», sostiene y añade que muchas jóvenes tras la función se sienten testigos de su propia historia, por haber sido víctimas de abuso, mantenido relaciones de sometimiento o maltrato e incluso por casos de prostitución. 

En este tema detecta la dramaturga uno de los ejemplos más claros de la aún pronunciada brecha de género. «Socialmente es menos estigma decir que eres cliente de prostitución que decir que te has prostituido. El tabú afecta a las mujeres frente a los hombres», destaca sin dejar de advertir el feminismo como un movimiento «transversal y liberador no solo para las mujeres, también para los hombres, que viven presos de clichés, como la fortaleza, la fuerza, el valor...». 

Velasco reconoce la agresividad del título, pero remarca que el feminismo que plantea es de reconciliación con la naturaleza. Y conecta en ese punto con otra de las patas sobre las que se sostiene el montaje y que funciona como un imán con los adolescentes del siglo XXI: el ecologismo. 

«Ambos son movimientos salvíficos y, por eso, necesarios ahora que parece que el apocalipsis está asomando con tantos flancos: guerra, crisis energética, cambio climático... El feminismo y el ecologismo, que han prendido fuerte en las nuevas generaciones, proponen una alternativa, un cambio de paradigma, un plantearse que la manera en la que se ha estado viviendo era una vía que tenía los días contados», ahonda sobre esta obra en la que su texto dialoga con la plástica, la música y la danza. 

Todo el proceso creativo se pone al servicio de la producción. Las experiencias traumáticas y las vivencias sexuales del equipo la apuntalan. «Muchas veces los traumas que todos tenemos se ven retraumatizados por el silencio. La puesta en escena se ha enriquecido por los propios intérpretes, que son mis cocreadores», enfatiza sobre este montaje que protagoniza la actriz Laia Manzanares (Estoy vivo, Merlí) acompañada por Joaquín Abella, Miguel Ángel Altet, Fran Arráez y Beatrice Bergamín. 

La crítica y el público han aupado Talaré a los hombres..., que ya tiene cerrado Santiago de Compostela y una lectura dramatizada en el Festival Heidelberger Stückemarkt de Alemania.