El patrimonio industrial se hace humo

R. PÉREZ BARREDO
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La Federación Europea de Asociaciones para el Patrimonio Industrial ha designado 2023 como el Año de la Chimenea de Fábrica para llamar la atención sobre la nula protección de todo vestigio fabril, que en Burgos resulta desolador, según los expertos

Las joyas olvidadas de la industria burgalesa. - Foto: AMBU, Fede y Luis López Araico

«La protección del patrimonio industrial en Burgos ha sido prácticamente inexistente, de manera que el legado cultural de la industria es muy escaso y se encuentra  claramente desprotegido». Así lo afirma Gonzalo Andrés, profesor de Geografía Humana de la UBU y experto en la historia de tan singular patrimonio: suyas son las principales investigaciones en esta materia, que constituyen un referente absoluto para abundar en la misma. La Federación Europea de Asociaciones para el Patrimonio Industrial y Técnico (EFAITH) ha designado el año 2023 como el Año de la Chimenea de Fábrica con el único objetivo de llamar la atención sobre la desaparición, en toda Europa, de lo que son considerados monumentos industriales, iconos de progreso, hitos que forman parte de lo que somos y que no son sólo las chimenas, claro, sino las instalaciones de las antiguas factorías.

Burgos, considerada la capital industrial de la región, no ha cuidado un ápice tan singular patrimonio. «Hace apenas tres décadas, la ciudad conservaba una herencia significativa con cerca de cincuenta fábricas de interés patrimonial. Hoy en día, exceptuando el caso de la papelera de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, apenas queda patrimonio fabril destacable, por lo que el legado más relevante se vincula a otros aspectos del patrimonio industrial relacionados fundamentalmente con los transportes y comunicaciones. Desde el inicio de los años noventa, en Burgos han desaparecido cerca de 30 inmuebles e instalaciones industriales con un significativo valor histórico y atributos que debieran haberse analizado para su consideración patrimonial. No ha existido una estrategia sólida para preservar el legado de la actividad industrial contemporánea y los escasos bienes que aún persisten se encuentran en situación de franca desprotección», explica Andrés en su estupendo estudio 'La desprotección y desaparición del patrimonio industrial en las ciudades españolas: el caso de Burgos' (Revista Estudios Geográficos.2022)».

Respecto del icono concreto de la chimenea como símbolo de una fábrica, sólo se han respetado dos: la de la Fabril Sedera, ubicada en la hoy llamada calle Sahagún, cerca ya del barrio de El Pilar, y otra -en muchas peores condiciones-, que se halla adosada al edificio en ruina del antiguo molino y fábrica de papel de San Miguel, en Villayuda, cerca del complejo deportivo Carlos Serna, cerca de San Cristóbal.

Sólo se ha conservado la chimenea de la Fabril Sedera, cerca del barrio de El Pilar. Sólo se ha conservado la chimenea de la Fabril Sedera, cerca del barrio de El Pilar. - Foto: Luis López Araico

«Resulta sorprendente que la actividad industrial no esté valorada  como un rasgo identitario. No existe cultura industrial, como sí se ha  creado en otros territorios. Pero las  cifras evidencian otra realidad. En Burgos operan actualmente más de 600 empresas industriales, con cerca de 20.000 trabajadores y el suelo industrial alcanza una superficie superior a las 2.200 hectáreas. Si demográficamente la ciudad se posiciona en el puesto 35 en el sistema urbano nacional, las cifras in-dustriales la sitúan como el décimo centro productivo del país en suelo urbanizado y el duodécimo en empleo industrial», señala Gonzalo Andrés.En su fenomenal estudio, el investigador señala que el  proceso industrializador iniciado en la ciudad durante el segundo  tercio del siglo XIX y continuado en los albores del XX con las primeras fábricas, «el primer impulso industrial realmente importante se produce durante las décadas de 1930 y 1940, cuando se crean nuevas empresas y se duplica el empleo industrial. En estas dos décadas se fundan en Burgos fábricas textiles, papeleras, químicas, alimentarias, de calzados, metales y maquinaria diversa. La ciudad se convierte en un centro industrial de cierta entidad du-rante la  posguerra y se  confirma su vinculación con la actividad productiva. En 1950 Burgos  alcanza los 6.000 empleos industriales en 250 empresas y empiezan a levantarse edificios industriales de notable factura en fábricas que consolidan un primer paisaje manufacturero». 

Sin embargo, la consolidación del perfil industrial de Burgos  se producirá a partir de 1964, cuan-do Burgos es declarada Polo de Promoción Industrial.«Como consecuencia de este proceso industrializador, en Burgos se fueron edificando fábricas de cierto interés y valor arquitectónico que, además, tuvieron una notable incidencia social, económica y popular. Fábricas que, vistas a los ojos de la actualidad, podrían considerarse  sin duda alguna como inmuebles con un significativo valor de testimonio histórico; y edificios que, en al menos una decena de casos, tenían atributos patrimoniales dignos de conservación. Pero, lamentablemente, de aquel conjunto de  industrias construidas apenas  queda huella. Han sido prácticamente todas desmanteladas. Lo llamativo es que estas fábricas no se derribaron durante la fuerte expansión desarrollista de los años 60 y 70, sino que han desaparecido durante las dos últimas décadas del  siglo XX, cuando ya existía legislación sobre patrimonio cultural y cierta concienciación sobre la relevancia del legado industrial en las ciudades». 

Tres causas del 'desastre'. Gonzalo Andrés señala en su estudio que la casi nula conservación del patrimonio industrial de Burgos se debe a tres motivos. «En primer lugar, pese a haber consolidado un acusado perfil productivo, su proceso de industrialización se produjo con notable retraso respecto al de otras áreas urbanas y  su consideración como ciudad industrial se debe esencialmente al crecimiento de los últimos cincuenta años. En segundo lugar, la  inexistencia de una tradición fabril más antigua ha dificultado la consolidación de una cultura industrial y, como se ha visto, no ha generado el suficiente arraigo para que la sociedad valore y considere la importancia del patrimonio industrial. Y, en tercer lugar, al no disponer de tradición industrial y no formar una adecuada cultura sobre este patrimonio, no se ha intervenido con la suficiente anticipación mediante herramientas que permitan catalogarlo, protegerlo y conservarlo -dada, además, la lentitud e ineficiencia de la administración pública para aprobar instrumentos ejecutivos de preservación de estos bienes-».

Más fotos:

La chimenea de Cellophane se derribó en 2004.
La chimenea de Cellophane se derribó en 2004. - Foto: AMBU
La SESA, en el barrio de El Pilar, tenía también dos chimeneas.
La SESA, en el barrio de El Pilar, tenía también dos chimeneas. - Foto: AMBU
Del complejo de la Fabril Sedera se ha conservado la chimenea.
Del complejo de la Fabril Sedera se ha conservado la chimenea. - Foto: AMBU
Fábrica de calzados Comanche.
Fábrica de calzados Comanche. - Foto: Fede
Chimenea junto al edificio en ruina del antiguo molino y fábrica de papel de San Miguel en Villayuda.
Chimenea junto al edificio en ruina del antiguo molino y fábrica de papel de San Miguel en Villayuda. - Foto: Luis López Araico

Así, concluye el historiador, «Burgos se ha consolidado como un polo productivo de interés nacional, si bien no ha compatibilizado su de-sarrollo con la conservación de su historia industrial. La  sociedad no ha construido un criterio claro sobre su identidad fabril y las administraciones públicas no han asumido el papel acorde a dicha función. Una buena muestra de esta circunstancia se encuentra en el hecho de que los ciudadanos  no han desarrollado movimientos  culturales significativos para evitar  la desaparición de este legado cultural. Pese a que muchas familias han estado vinculadas estrechamente a la historia de las fábricas y  la sociedad continúa claramente definida por su perfil productivo, los bienes industriales de interés  patrimonial han desaparecido sin que se hayan registrado movimientos sociales destacables a favor de su conservación».