Pueblos limpios y con la alegría renovada

EFE
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Sempere, Famorca y Sacañet son tres ejemplos de municipios que han logrado sortear el coronavirus durante la pandemia y cuyos habitantes ya están casi todos vacunados

La pequeña y montañosa localidad de Famorca, en Alicante, cuenta con 45 vecinos, la mayoría por encima de los 70 años. - Foto: Natxo Francés

Sempere (Valencia), Famorca (Alicante) y Sacañet (Castellón) coinciden en ser localidades de interior, con poca población y de edad alta y con el cartel de pueblos limpios de COVID-19 durante toda la pandemia; ahora comparten también haber recuperado la alegría al teneri a casi la totalidad de sus vecinos vacunados. Se trata de pequeños municipios, con un censo de población que apenas llega al medio centenar y con una media de edad que hace que no sea de extrañar que todos sus habitantes, o al menos en un porcentaje que supera el 90 por ciento, ya hayan sido inoculados, incluso, con la pauta completa.

Estos tres pueblos de la Comunidad Valenciana son solo tres ejemplos de los cientos de municipios de características similares repartidos por todo el territorio nacional cuyos vecinos ya están vacunados y a salvo del SARS-CoV-2. Enclaves, además, que han esquivado el coronavirus durante toda la pandemia, sin apenas tiendas ni servicios, con médico una vez a la semana y un bar -los privilegiados que lo tienen-.

Sempere es un rincón a la margen izquierda del río que da nombre a la comarca del Valle de Albaida, en la provincia de Valencia, en el que apenas viven 20 vecinos, aunque hay censados algunos más, según cuenta su alcaldesa, María Dolores Ortolá.

El 90 por ciento de ellos -falta un veinteañero y una mujer en la franja de los 40 años- ya ha recibido la vacuna de Janssen, lo que ha devuelto «la alegría» al pueblo, después de meses «confinados en sus casas y saliendo solo a comprar». Según la regidora, «la gente está más tranquila» y han vuelto las visitas de familiares que, hasta ahora, se daban «con cuentagotas».

«La gente ha vivido con miedo estos meses pero, la verdad, es que estaban muy concienciados de que cuanto más estuvieran en casa, mejor, y si salían, siempre con la mascarilla y con precaución», asegura.

 

Rigurosos con las normas

En la pequeña y montañosa Famorca (a 720 metros de altitud) hay censados 45 vecinos y desde el principio de la pandemia viven entre 35 y 40, principalmente mayores de 70 años, ninguno de los cuales ha padecido el coronavirus.

El alcalde, Vicente Ruiz, tiene 57 años y es uno de los vecinos «más jóvenes» que explica que el éxito de «estar a cero» en contagios se debe en buena parte a que los habitantes han sido muy prudentes desde el estallido de la pandemia y han guardado el distanciamiento, no han recibido visitas y han cumplido escrupulosamente las medidas.

«Se ha pasado mucho temor y miedo porque casi todo es gente mayor, que se ha quedado en sus casas con el gel en la mano y no olvidando nunca la mascarilla. Se creó tanto pánico que cuando llegaba al pueblo algún senderista o ciclista los vecinos se llamaban unos a otros para avisar», relata.

Lo mismo ha sucedido en la comarca castellonense del Alto Palancia, y cerca del límite provincial con Valencia, en Sacañet, que  cuenta con 62 vecinos; a excepción de tres a los que les falta la segunda dosis, todos han recibido ya la pauta completa. «Menos gente, menos problemas». Así resume el alcalde Miguel Gámiz la clave para haber pasado limpios la pandemia, y añade: «No es que lo hayamos hecho mejor, pero lo hemos hecho lo mejor que hemos podido». Relata que el ayuntamiento compró una máquina para realizar desinfecciones que usaban con mayor intensidad cuando acudían al pueblo visitantes.

Gámiz espera que este verano se pueda poner en marcha el único bar con el que cuenta el pueblo, que pertenece al club de cazadores local, y así ofrecer un nuevo servisió a familiares, conocidos y visitantes que se acerquen a Sacañet.