¡Está hecha una chavala!

ALMUDENA SANZ
-

La Coral de Cámara San Esteban cumple 50 años con el reto, y el convencimiento de que lo conseguirá, de mantenerse otro medio siglo

Algunos de los 33 coralistas hacen un paréntesis en los ensayos para posar en la iglesia de Santa Águeda. - Foto: Alberto Rodrigo

Una sugerente música se escapa de Santa Águeda. Con la puerta abierta, quienes por allí transitan ralentizan el paso. Los miembros de la Coral de Cámara San Esteban ensayan Con amores, la mi madre, de Juan de Anchieta. Una jornada de trabajo más en la rutina de esta formación que, ensayo a ensayo, concierto a concierto, hito a hito, cumple 50 años. Toda una vida. 

Una vida que empezó a escribirse entre las sagradas piedras de la iglesia que la da nombre. De manera informal, un grupo de chicas animaba con sus voces las celebraciones religiosas. Los sacerdotes, Rodrigo Aguilera y Jesús López Sobrino, pidieron a un joven Juan José Rodríguez Villarroel, tal y como él mismo explica en un artículo para una revista que se publicará por el aniversario, que las dirigiera. Para darle color a ese coro parroquial, pronto se sumaron las voces de muchachos del barrio. Sonaban bien, le ponían empeño y ganar un concurso de villancicos supondría el empujón definitivo para creerse que podían dar un paso más. El 21 de diciembre de 1972 nacía la Coral de Cámara San Esteban. «Se dedicó, casi con exclusividad, a la música de los siglos XV y XVI. Fuimos considerados especialistas en este tipo de repertorio a nivel local, provincial, nacional e internacional», recoge Rodríguez Villarroel, director hasta 2010, en esa publicación que saldrá en junio. 

Ese año toma el relevo César Zumel y ahí sigue. Amplía ese repertorio, que se sigue mimando, con obras del Romanticismo y creaciones contemporáneas, con varios estrenos en su haber. Lo mismo se arranca con espirituales negros que con habaneras. El coro ha participado en festivales de distinto cariz, atesora varios premios, como el Crismón, máximo galardón del Festival de Canción Religiosa, luce los títulos de Buen Burgalés del Año (1980) y Buen Vecino de Burgos (2012), ha dado conciertos en mil y una ciudades de España y realizado viajes al resto de Europa. Cuenta más de 400 obras en su repertorio y la grabación de seis discos. 

El éxito en un festival de villancicos lanzó la coral. El éxito en un festival de villancicos lanzó la coral. - Foto: Cedida por el coro

Su trayectoria continúa llenando páginas. Lo ha hecho de manera ininterrumpida durante el último medio siglo. Y alcanza esta edad redonda con una salud envidiable, aunque ha pasado sus altos y sus bajos, con la reciente pandemia como un momento crucial, del que empieza a salir. La celebración de este aniversario se aúpa como un incentivo para dejar atrás definitivamente la oscuridad. 

«Hemos pasado por una etapa complicada. El cese de los ensayos no había sucedido en 50 años. Ahora estamos remontando de ese parón y ¡tenemos la agenda a tope!», exclama su presidenta, Mónica Lafuente, contralto que entró en la masa hace siete años y que cogió la vara de mando hace uno y medio. Saca pecho para advertir que tras aquel paréntesis crítico fueron los primeros en reanudar los ensayos y en dar el primer concierto, el 4 de junio de 2021 en el Monasterio de San Juan. 

No han sido ajenos a las dificultades a las que se ha tenido que enfrentar el mundo coralístico. Tuvieron que dejar su sede habitual, en los salones parroquiales de San Nicolás, por no permitirles mantener la distancia e iniciaron un peregrinaje por distintos espacios hasta terminar actualmente en el salón de actos de la ONCE y, en ocasiones, en la iglesia de Santa Águeda. 

Actuación en el pregón de San Lesmes, con mascarillas. Actuación en el pregón de San Lesmes, con mascarillas. - Foto: Alberto Rodrigo

33 voces, más femeninas que masculinas, tónica habitual en los coros, se juntan dos días a la semana para ensayar. La edad media es alta, en torno a 55 años. Otro caballo de batalla del que no se libra San Esteban. «Sí cuesta encontrar relevo generacional. El perfil del coralista nuevo que entra, que sí que entra, es de en torno a 40 años, de 20 también vienen, pero menos. A la gente joven que quiere cantar lo último que se le pasa por la imaginación es hacerlo en una coral», analiza Lafuente y ella misma se pone como ejemplo: llevaba cantando desde la adolescencia y tocó a las puertas de una coral, esta, por primera vez con 35.

Y un reflejo del escenario se encuentra en el patio de butacas. La formación presume de un público fiel. Incluso grupis que los aplauden allá por donde van. Siguen sus pasos desde hace 30 años. Pero los rostros jóvenes también se resisten, pese a que la Coral de Cámara San Esteban alcanza los 50 hecha una chavala. 

Y con retos por delante. ¿Cuáles? «Seguir en activo otros tantos años, esto a muy a largo plazo», responde entre risas la presidenta antes de ajustar la voz e insistir: «Tener un relevo». Y en ese punto se confiesa optimista. Aventura que lo habrá, aunque sea de cuarentones: «Sigue habiendo interés. Cada vez que lanzamos una convocatoria para captar coralistas, al final viene gente».

Mantener la calidad musical del grupo, dar vidilla a renovadas inquietudes o reanudar los viajes, tanto nacionales como internacionales, con el boato con el que se hacían antaño, apuntalan las metas de esta agrupación que se acomoda entre las más vetustas de la escena coralística local.