«Nos merecemos el cierre»

F.L.D.
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Los burgaleses se preparan para el confinamiento entre la resignación y el desconocimiento de algunas normas que entran en vigor desde esta madrugada. Las calles presentan una imagen similar a la de principios de marzo

Los jóvenes reconocen que no han sido del todo responsables las últimas semanas. - Foto: Jesús J. Matí­as

La ciudad se mostraba ayer algo aletargada. Las calles semivacías y las terrazas apiladas en las puertas de los bares brindaban una imagen similar a la de aquellos días de marzo que ya parecían tan lejanos y que, en cierta manera, se repetirán durante 14 días. A nadie le sorprendió el anuncio del confinamiento porque el asunto flotaba sobre las cabezas desde hace días. El ambiente era más de duda y de resignación. Algunos no parecían tener claras las restricciones que se avecinan para esta madrugada. Las confundían, de hecho, con algunas que ya estaban en vigor desde el sábado. Otros, entonaban el mea culpa ante un destino cantado que, esperan, sirva para sanar una situación delicada.

Pequeños grupos mantenían con vida a los bares en una tarde apacible pero extraña. En Burgos no se hablaba de otra cosa que no fuera el confinamiento de esta noche y de sus consecuencias. Pero no todo el mundo tenía claro lo que pasará a partir de ahora. Andrea, María, Sara y Carlota, estudiantes que tomaban algo en una terraza de la calle San Juan, dudaban cuando repasaban las medidas restrictivas que entran en vigor a partir de ahora. «Hay cierta desinformación. No sabíamos que las reuniones de más de seis personas ya estaban prohibidas desde hace unos días y que no se podía consumir en la barra. Poco cambia, entonces», lamentaban. La cuatro jóvenes, que aseguraban haber evitado todo tipo de fiestas y reuniones en las últimas semanas más allá de su círculo íntimo, reconocían también que a mediados de septiembre la cosa se descontroló: «Empezamos la universidad y nos descuidamos un poco. Ahora intentamos cumplir y reducimos mucho los contactos». 

Y mientras este grupo de amigas asumía parte de la culpa que se achaca a la juventud, Jimena y Paola abrían más el abanico. «Creo que ha sido cosa de todos, no solo de los jóvenes. Quien más y quien menos ha sido irresponsable y por eso nos merecemos el cierre», aceptaban. Ambas consideraban que la falta de información no es algo nuevo, sino que «ha sido así toda la pandemia». 
Antonio, que paseaba por Laín Calvo con su mujer y su nieta, presumía de conocer todo lo que implica el inminente cierre. «Las normas están ahí, otra cosa es que la gente se quiera enterar», subrayó. Su opinión era la de tantos otros: «Claro que nos lo merecemos. Primero por nuestra irresponsabilidad. Después porque tenemos una clase política que deja mucho que desear (...)».

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