Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


A todo tren

31/10/2022

Últimamente se ha puesto de moda en nuestro país echar a la gente de los trenes de alta velocidad. Hace unos días un interventor con los nervios de punta desembarcó en tierras palentinas a veintidós niños de entre nueve y once años que viajaban de Barcelona a León, harto al parecer de la pelotera que le estaban armando en el vagón. Algo más difícil lo pusieron en julio los exaltados participantes en una despedida de soltero que tomó a ritmo de conga la cafetería del AVE Madrid-Málaga, desalojados en Córdoba por agentes de la Policía Nacional y que acaban de ser condenados a pagar casi 8.000 eurazos por bárbaros e inciviles.

Si en otras latitudes expulsan sin miramientos del tren a los viajeros más alborotadores, en Burgos, acaso por esa sempiterna afición nuestra a llevar la contraria, suspiramos por que el personal llegue a montarse en él, consternados por que el flamante AVE que estrenamos en verano esté registrando unos niveles de ocupación más bien bajos y que no se sitúan a la altura de la millonada que ha costado la línea. Quizá para estimular el uso de la vertiginosa maravilla férrea por la que hemos suspirado durante decenios, y de paso no hacerse la competencia a sí misma, Renfe ha cancelado este mes el Alvia que pasaba a las nueve y media de la mañanita de los domingos camino de Madrid por la estación burgalesa y que se llenaba casi todas las semanas, con unas tarifas más razonables que las del velocísimo prodigio.

Lo cierto es que de momento miramos de lejos al AVE, como si no supiésemos muy bien qué hacer con él después de reclamarlo con denuedo durante largos años, y entre tanto seguimos exigiendo que se reabra el tren directo Madrid-Burgos, el de la línea recta de toda la vida, sin reparar en que ha sido engullido precisamente por el modelo de alta velocidad que deseábamos para nosotros con tanta ansia.

Quizá los rectores de Renfe deberían hacer virtud de la necesidad y permitirnos celebrar una juerga flamenca, similar a la que montaron los ciudadanos ahora multados, mientras atravesamos Valladolid para aterrizar en el rompeolas de todas las Españas. Y, habida cuenta de lo que se desembolsa por un billete, más de uno pensará que bien podría correr la primera por cuenta de la casa.