La macrogranja de Llano, a falta de un permiso

S.F.L.
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El promotor espera a que el Ayuntamiento le conceda la licencia y así continuar con el proyecto, que se bloqueó por falta de documentación

El proyecto de la construcción de la macrogranja en El Moscadero ha suscitado la oposición de vecinos y políticos. - Foto: S.F.L.

Casi tres años después de iniciar la tramitación ambiental, Jacinto Rejas, el promotor de la macrogranja porcina de Llano de Bureba, espera recibir el último visto bueno para comenzar con las obras de construcción de la explotación porcina en verano. El pasado julio obtuvo la autorización del Servicio Territorial de Medio Ambiente para desarrollar su proyecto, que debe ejecutarlo en un plazo máximo de 5 años a partir de la recepción de la autorización ambiental, y ahora espera desde hace unos meses recibir la licencia de obra del Ayuntamiento.

La demora en proporcionar la aprobación por parte del municipio «se ha dado no porque tenga algo en contra de la construcción de la granja, sino porque el empresario no entregó todos los documentos que debía en su momento y tuvo que presentarlos e incluirlos en el proyecto después, por lo que toda la tramitación se ha bloqueado en cierta manera», declara a DB Martín Díez, alcalde del municipio. No obstante, el promotor «siguió todos los pasos, proporcionó el papeleo y supongo que la resolución que nos tiene que aportar la Junta para conceder el permiso llegará en breve», añade.

Rejas se muestra relajado y confía en recibir pronto el consentimiento para prepararlo todo y empezar con las actuaciones en la finca El Moscadero «cuanto antes, espero que en dos o tres meses como muy tarde», expone. Tras un segundo intento, semanas después de que la Junta paralizara el proyecto de instalación de la macrogranja, presentó una nueva documentación que contemplaba novedades significativas, como las dimensiones de la instalación, muy superiores a la planteada inicialmente, y la cantidad de animales que criará (3.100 madres con lechones de hasta 6 kilos, 620 cerdas de reposición y 7 verracos).

En esta ocasión, se hace referencia a una superficie total de la parcela de 946.575 metros cuadrados en la que se edificarán varias naves, mientras que en el primer proyecto se hablaba de 390.000. El actual también contempla la construcción de dos balsas de purines estancas con 23.551 metros cúbicos en total. En el anterior solo se hablaba de una. Este y la incineradora mencionada en el primer proyecto fueron dos de los aspectos que mayor rechazo generó entre particulares y otras entidades, que presentaron más de 700 alegaciones.

En contra. La Plataforma Granja No de Llano de Bureba entregó poco después en la Junta un total de 166 alegaciones al proyecto de la instalación y más de 500 firmas de vecinos contra la instalación. El portavoz de la Asociación David Martínez, acompañado de varios vecinos, justificaba la repulsa hacia el proyecto asegurando que lo que más preocupa es la generación de purines. «No es un estiércol limpio sino que se dispersa por las tierras de los pueblos cercanos y quema la tierra y envenena las aguas», declaró. Asimismo, los vecinos que tuvieron acceso a la documentación confirmaron que se generarían muchos «ruidos, gases y la granja provocaría un incremento de insectos y roedores».

Ecologistas en Acción, al igual que Podemos, se sumó al rechazo de la instalación y presentó alegaciones en contra. La entidad consideró que el estudio de impacto ambiental que presentó la empresa promotora era de «ínfima calidad ya que no se analizan convenientemente las emisiones atmosféricas y la contaminación de los suelos».

A pesar de las reclamaciones de diferentes agrupaciones, el Servicio Territorial de Medio Ambiente concedió la autorización para que el vecino de Hontoria del Pinar continuara con su plan. En la evaluación del impacto ambiental se dicta que la capacidad útil de almacenamiento de purines en el exterior y ubicada en la propia instalación deberá ser suficiente para su retención durante las épocas en las que no sea posible o no esté permitida su aplicación al terreno y nunca inferior a tres meses de producción.

Igualmente, el almacenamiento de residuos deberá realizarse a una distancia mínima de 200 metros de cursos naturales de agua, pozos, manantiales y depósitos sin perjuicio de las que establezcan otros organismos. «Todo se realizará como indican» sentencia el empresario.