La gesta de coronar el 'HimELAya'

GADEA G. UBIERNA
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Cuatro montañeros de ELACyL participaron en otoño en una expedición en la que un afectado de ELA consiguió rebasar el campo base del Everest. En marzo se estrena el documental

Por la izquierda, Ángel Rubio, Amancio González, Fernando Beato (en primer plano) y Eloy Díez, después de que la expedición completara su reto. - Foto: DB

No encontrará el 'Himelaya' en los manuales ni en las webs de montaña, pero es un pico que ya forma parte de la historia por lo que representa para los afectados de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), después de que uno de ellos, el cordobés Miguel Ángel Roldán (Mikel), lo coronara y bautizara a finales de octubre. Está en el Everest, a algo más de 5.500 metros de altitud (unos 150 por encima del campo base) y fue el lugar en el que Roldán, con la movilidad ya bastante reducida, clamó por una cura.  «No hubo nadie que no soltara una lágrima en ese momento, porque el grito que dio... Ver que lo había conseguido, con los esfuerzos que tuvo que hacer... Fue algo único, que no se puede contar. Hay que vivirlo», explica Amancio González, mientras los otros tres montañeros burgaleses que representaron a ELACyL en la expedición (Fernando Beato, Ángel Rubio y Eloy Díez) asienten.

El alcance de la gesta de Roldán solo es comprensible para quien haya conocido a una persona con esta enfermedad neurológica y progresiva, que poco a poco va paralizando el cuerpo hasta el punto de impedir acciones vitales como comer y respirar. Y este cordobés, amante del deporte, se decidió a alcanzar el campo base del monte más alto de la cordillera del Himalaya con rigidez en el tronco y los dos brazos paralizados. Si tropieza, se cae de frente. «El trekking hasta allí no es peligroso, porque no hay riesgo de caída ni pisas nieve; el único problema es el mal de altura, porque te agota». Y, por eso, la treintena de integrantes de la expedición se turnaron durante los nueve días de ascenso para garantizar que Roldán no se diera de bruces. «Llevaba un arnés preventivo, pero nosotros solo sosteníamos las tiras; él subió solo», afirma Beato, mientras González matiza que «la última etapa la hizo con oxígeno, porque se lo dijo el médico. Pero al llegar a la cima se lo quitó: no lo necesitaba. Fue impresionante».

De hecho, ya en el campo base -«que es un pedregal, bastante feo, aunque con vistas impresionantes»- fue el propio Roldán quien planteó que podían intentar subir más. «Pero, ya, se hizo muy duro, así que nos desviamos un poco del camino y encontramos una pica, que fue la que bautizó como 'Himelaya'», explican, recordando que dejaron constancia de la hazaña colocando unos banderines.

El juego de palabras entre el acrónimo de la enfermedad y la celebérrima cordillera no fue fruto de la improvisación ni de la emoción del momento, sino la culminación de un ambicioso proyecto de divulgación de la ELA y sus muchas aristas que empezó en 2018 en la Antártida, en el monte Vinson. «Aquello representaba el frío tras la noticia del diagnóstico», explican los montañeros burgaleses, detallando que, después, se produjo la ascensión al Teide, al pico Urriellu, el viaje a Bruselas en bici y, pasada la pandemia, al Himalaya. Todos estos retos los han protagonizado personas con ELA - Roldán ha completado tres- y, siempre, han concluido con un grito simbólico. De ahí que la iniciativa en conjunto se denomine 'Los 5 gritos contra la ELA'. El último, el del Himalaya, ha sido el de la vida, el que reclama una solución para esta enfermedad todavía incurable.

 Y la iniciativa aún no ha concluido, porque falta el estreno del documental que ha puesto el punto y final a cada desafío. El primer pase será en marzo en Bilbao y ELACyL ya busca fecha para exhibirlo en Burgos, donde se espera que asista Roldán. Los detalles de la producción son sorpresa. «Ni nosotros lo sabemos», se ríen los montañeros.