Primera etiqueta con el sello de la IGP Morcilla de Burgos

ICAL
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Tras la reunión del órgano de gestión, cinco operadores certificados pueden comenzar a comercializar sus morcillas con el sello de la Indicación Geográfica Protegida

Presentación de las primeras etiquetas del sello IGP Morcilla de Burgos por parte de los productores burgaleses Daniel Blasco (i.), Roberto Da Silva (2i.), Maribel Martín (2d.), y Alfredo Alonso (d.). - Foto: Ricardo Ordóñez (ICAL)

La etiqueta con el sello de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) llega al mercado después de veinticinco años de trabajo. El órgano de gestión de la IGP Morcilla de Burgos se reunió hoy y tomó la decisión de comenzar a etiquetar bajo el sello de la mención de calidad con los cinco operadores que ya están certificados: Embutidos de Cardeña, Morcillas La Ribera, Morcillas El Revillano, Embutidos El Pozano y Morcillas San Lesmes.

Además, se espera que en los próximos días se sumen otros productores que se encuentran a la espera de recibir su certificación. El sello de la Indicación Geográfica Protegida llega después de veinticinco años de trabajo y tras haber conseguido alcanzar un acuerdo entre los distintos productores, según remarcaron desde el órgano de gestión de la IGP.

La morcilla de Burgos presenta una característica propia que le ha llevado a obtener la IGP como es la utilización de cebolla horcal en su elaboración. Una hortaliza autóctona de la provincia burgalesa, rica en fibra y azúcares, que le aporta a la morcilla una mayor calidad y una cualidad diferencial reconocida por la Unión Europea (UE), según recordaron.

El hecho de aparecer en el mercado una morcilla de Burgos con el marchamo de calidad y el aval de la Indicación Geográfica Protegida es un acontecimiento que, según entendieron, "va mucho más allá de la anécdota". "Es una asignatura aprobada con nota que permitirá, para siempre, que un producto cárnico emblemático y tradicional perdure en el tiempo", aplaudieron.

De esta forma, subrayaron que el sello de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) no solo ampara las cualidades organolépticas de un alimento, sino que es también "el salvoconducto para la generación de riqueza y empleo del sector cárnico que apueste por el amparo de esta mención de calidad".