El Ayuntamiento de Burgos duplicará el presupuesto que va a emplear en las fiestas de San Pedro y San Pablo respecto a lo que se gastó el año anterior. Miranda de Ebro hará lo propio con la colaboración que aporta a la Cofradía de San Juan del Monte y recuperará los más de 200.000 euros para celebrar en septiembre la Virgen de Altamira. Aranda de Duero se gastará de 400.000 a 500.000 en honrar a Nuestra Señora de las Viñas frente a los menos de 300.000 que empleó en el aciago 2020.

Son solo tres ejemplos de cómo la provincia al completo va a tirar de chequera para organizar, tras dos años de restricciones, unas fiestas como las de antes, sin límites de aforos ni distancias ni mascarillas (al menos de momento). El movimiento es evidente en las plataformas de contratación en busca de orquestas, espectáculos taurinos o culturales. Y las partidas presupuestarias no pueden racanear tratándose de un año preelectoral.

Se vota en mayo de 2023 y estas serán las últimas fiestas que recuerden los votantes. «Hay muchas ganas, la gente se lo merece», coinciden alcaldes, alcaldesas, concejales y concejalas de festejos. Ellos esperan estar a la altura de los ciudadanos y estos últimos tendrán la oportunidad de volver a disfrutar de un verano a la vieja usanza.

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