Un divorcio que encumbró a Ayuso

Agencias-SPC
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La presidenta madrileña provocó todo un terremoto hace ahora un año cuando rompió su acuerdo de gobierno con Ciudadanos y anunció un adelanto electoral que, tras los comicios de mayo, la ascendió a la cima política

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en una imagen de archivo. - Foto: EFE/ Mariscal

Isabel Díaz Ayuso fue la protagonista indiscutible de la política española el pasado año e incluso ha marcado también a fuego el arranque de 2022. Pero el 2021 fue su tiempo. Sin duda. Su gran salto hacia arriba empezó a cocinarse hace ahora un año cuando un 10 de marzo, sorpresivamente, hizo oficial la ruptura del gobierno de coalición entre PP y Ciudadanos en la Comunidad de Madrid y anunció un adelanto electoral que, además de desatar toda una tormenta política, puso fin a la relación espinosa entre la presidenta regional y su socio de gobierno, Ignacio Aguado.

Unos comicios que, además, desataron el principio del fin de la relación entre la mandataria madrileña y el todavía líder del PP, Pablo Casado, y que terminó de estallar tras el caso del contrato de compra de mascarillas relacionado con el hermano de la mandataria y el presunto espionaje contra ella.

La moción de censura que presentaron en Murcia PSOE y Cs para expulsar al PP del Gobierno (movimiento que terminó fracasando) trasladó el foco a Madrid, donde Ayuso llevaba acariciando la opción del adelanto electoral desde hacía meses por su mala relación con la formación naranja y las amenazas de que esa jugada de la moción se produjera en la región. Fue su oportunidad para romper con Ciudadanos y librarse de un socio incómodo con quien los desencuentros eran constantes.

Ese 10 de marzo, la cancelación de la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno confirmaba la posibilidad de que Ayuso dimitiera como presidenta para evitar una maniobra similar a la de Murcia. Una decisión que fue apoyada también por Casado.

Fue el propio Aguado, visiblemente conmocionado, el que se encargó de anunciar la dimisión de Ayuso como presidenta, a quien acusó de «temeridad» por convocar unas elecciones por «capricho» y por «intereses personales». «Me siento traicionado», lamentó.

Ayuso, además, expulsó a todos los miembros de Cs de su Gobierno y repartió sus carteras entre los consejeros populares, poniendo fin definitivamente a una relación turbulenta e incómoda para ella.

 

Sorpresa en la izquierda

Tras la sorpresa inicial -a muchos el adelanto electoral les cogió con el pie cambiado- el primer movimiento de la izquierda fue tratar de frenar esas elecciones anticipadas con dos mociones de censura presentadas por Más Madrid y PSOE, que desembocaron en un embrollo jurídico al no estar clara la cronología de su registro, la firma del decreto de disolución de la Asamblea y la convocatoria de elecciones el cuatro de mayo.

Frente a las mociones de censura, la Justicia respaldó el adelanto electoral, el primero en la historia de la Comunidad de Madrid, y los partidos engrasaron la maquinaria para unas elecciones que trascendieron la política madrileña.

La presidenta madrileña defendió su maniobra y aseguró que no podía asumir el riesgo de que Cs y el PSOE presentaran una moción de censura después de la registrada por ambos en Murcia, una jugada que la formación naranja siempre negó que fuera a producirse. «No me puedo permitir que Madrid se pare ahora», dijo Ayuso, que enarboló por primera vez el lema de su campaña: «Socialismo o libertad».

 

Triunfo arrollador

La arrolladora victoria de Ayuso en los comicios, rozando la mayoría absoluta con 65 escaños, hizo desaparecer a Ciudadanos, que no obtuvo representación, y acabó con Pablo Iglesias, que abandonó el Gobierno de la nación para dar la batalla contra la presidenta madrileña como candidato de Unidas Podemos. Tras el 4M, Iglesias dejó todos sus cargos por lo que consideró un fracaso de la izquierda, algo de lo que Ayuso llegó a vanagloriarse afirmando: «España me debe una».

Esa inapelable victoria catapultó a la mandataria, que reclamó ser la presidenta del PP de Madrid, lo que sumado a los constantes rumores de unas posibles aspiraciones nacionales (que ella siempre ha negado) supuso el principio de las tensiones con Génova.

La voluntad de Ayuso es dirigir el partido como hacen otros presidentes autonómicos y hacerlo «cuanto antes», frente a la disposición inicial de Génova de que el congreso madrileño se celebrara a finales del primer semestre de este año, y el rechazo a que la presidenta de Madrid acumule todo el poder. Ahora, el propio Núñez Feijóo, nuevo líder de facto del PP, apoya su vieja reivindicación para coger el timón del partido en Madrid.

Doce meses después de aquel terremoto en el seno del Gobierno madrileño, en las últimas semanas la guerra se libró dentro del PP y se llevó por delante el liderazgo de Casado y al exsecretario general Teodoro García Egea, tras el caso del contrato relacionado con su hermano, y el presunto espionaje contra ella, que acabó sumiendo al partido en la mayor crisis interna de su historia. Y Ayuso salió otra vez reforzada de un cisma.