Cáritas solicita móviles usados para las personas sin hogar

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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Sin teléfono, dice la ONG, se les complica pedir citas sanitarias y pierden los pocos contactos que tienen

José Luis e Iván, junto a las alumnas de la UBU que hacen prácticas en el programa de personas sin hogar de Cáritas. - Foto: PATRICIA

El Informe Foessa publicado por Cáritas hace un par de meses puso en evidencia como uno de los problemas más agravados por la pandemia, la brecha digital entre quienes tienen acceso a internet y las personas que viven 'desconectadas'. Para ellas fue mucho más difícil sobrevivir en un mundo en el que desaparecieron las citas presenciales y en el que la burocracia se multiplicó y alejó a las personas poniendo una pantalla por medio. Si la falta de recursos dio como resultado para muchas familias no poder pagar una conexión y que sus vidas se complicaran aún más -lo que la entidad católica intentó paliar como pudo, por ejemplo, en el caso de los niños y la enseñanza a distancia- para las personas sin hogar se multiplicó hasta el infinito. Por eso desde el Programa de Personas Sin Hogar se interpela a la sociedad burgalesa, a quien solicita la donación de una veintena de smartphones, los llamados 'teléfonos inteligentes' para que los pueden utilizar quienes malviven en la calle.

"Para estas personas es todo mucho más complicado. Algunas tienen teléfono pero no tienen saldo y hay números necesarios que son de pago. Además, siempre están pendientes de muchas citas con los servicios sociales o de salud, con Hacienda o con los consulados de sus países", explica David Alonso, educador social. Para paliarlo, es Cáritas la que da sus números y sus correos electrónicos para estas gestiones, lo que soluciona el problema pero en parte. "Además de facilitarles el acceso a la sanidad y a otro tipo de recursos, aquí trabajamos mucho para que quienes tienen contacto con sus familias no lo pierdan y quienes lo han perdido lo recuperen y para esto el teléfono es imprescindible. Y nos gustaría que pudieran tenerlo, además, para empoderarles, porque nuestro objetivo es que sean independientes y no fomentar el asistencialismo".

José Luis e Iván son muy amigos. El primero, burgalés; el segundo, búlgaro. Pasan el día juntos vagando por las calles y cuando llega la noche, José Luis -que está a la espera de una plaza en un centro público de rehabilitación alcohólica- duerme en el cajero de un banco e Iván, en el albergue municipal que gestiona Cáritas. Solo Iván tiene teléfono. José Luis, que dice que ha tenido cuatro, confiesa que el último lo rompió él mismo y que los anteriores se les robaron. Por eso, cuando tiene alguna necesidad acude a Cáritas, donde las estudiantes en prácticas de la Universidad de Burgos dedican parte de su tiempo a realizar estas gestiones digitales.

"Nos gustaría -añade David Alonso- que volvieran las citas presenciales, que se redujera la burocracia y, en definitiva, que se facilitaran las cosas a las personas que viven en la calle". Que no son pocas. En la actualidad hay en el albergue alrededor de 80, de las cuales el 60% son de nacionalidad española. A cada una de ellas Cáritas le hace un seguimiento personalizado y en función de sus necesidades les gestiona una renta garantizada de ciudadanía, una cita con un especialista médico o en un centro de tratamiento contra adicciones o, incluso, la obtención de un DNI, ya que hay quienes no lo tienen, y para todo ello han de disponer de un correo electrónico y un móvil".

La entidad sigue también con su programa Café y calor de búsqueda activa de personas que viven en la calle para ofrecerles algún alimento y hablarles de la posibilidad de incorporarse al albergue, y acaba de cerrar la temporada de la Unidad de Mínima Exigencia, que financia el Ayuntamiento y que va de noviembre a abril.