Cuando éramos felices

ROCÍO MARTÍNEZ
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OPINIÓN| "Me decía el director del hospital de campaña de Ifema que el partido está difícil pero que lo vamos a ganar porque nuestros sanitarios son nuestros 'Nadales'. Y aunque cuesta, intento ser optimista. ¡Anda que no ha remontado partidos Rafa!"

Gael, del equipo Sub-12 del Aparejadores de rugby, manda su ánimo. - Foto: @RugbyAparejos

Qué maravillosos tiempos aquellos en los que en estas páginas de Deportes la peor noticia que leíamos era la de una derrota de nuestro equipo, qué maravillosos tiempos aquellos en los que una victoria de nuestro equipo nos alegraba el día, qué felices éramos cuando refunfuñábamos porque nuestro equipo había perdido por un gol en el último minuto. A lo mejor no lo sabíamos entonces, pero sí, éramos felices. Porque cuando uno se puede permitir estar disgustado por una derrota es que todo lo demás está bien. Y ahora nada está bien. Estadios cerrados, balones quietos, gradas vacías, silencio. Un silencio que toma las calles de un país siempre bullicioso. Es el silencio de la tristeza que nos va embargando, por aplazamientos, ERTEs, y, lo peor, por una curva asesina a la que no conseguimos doblegar. 

Me decía esta semana el director del Hospital de campaña de Ifema, campeón de España de tenis de veteranos, Antonio Zapatero, que el partido está difícil pero que lo vamos a ganar porque nuestros sanitarios son nuestros ‘Nadales’. Y, aunque me cuesta, intento ser optimista, porque ¡anda que no ha remontado partidos Nadal! Y me aferro a los arcoíris que dibujan los niños de la cantera del UBU Colina Clinic diciendo que todo va a ir bien y sonrío cuando veo a los peques del San Pablo jugando al basket, en casa, pero con su camiseta, y me invade la nostalgia con esos hilos de twitter que te invitan a recordar a tus jugadores favoritos. Y ahora que tenemos tiempo para echar la vista atrás yo me acuerdo de Balint, Elduayen, Ayúcar... Y deseo que Tokio 2020 en 2021 sean de verdad los mejores Juegos de la historia, que sean el símbolo del renacer de una humanidad azotada ahora de una forma invisible pero cruel y devastadora. Hoy no se aplaude en los estadios, hoy se aplaude en los balcones, hoy los héroes van en bata. Y a nosotros sólo nos quedan los gestos, la solidaridad y quedarnos en casa, soñando con lo que haremos cuando esto pase.