Alfredo Scalisi

Plaza Mayor

Alfredo Scalisi


El retorno del cine

26/10/2022

El pasado domingo, Rodrigo Pérez Barredo me recordaba a través de este Diario que los Van Golem cumplen 30 años, una efeméride que para los cinéfilos y mitómanos como yo guarda una especial relevancia. Como apuntaba con su rigor habitual el bueno de Rodri, en ese momento Burgos solamente contaba con tres cines: los pequeños Tívoli y Cordón, y el vetusto Gran Teatro. Y es que nuestra ciudad, quizá por su clima o por su escasa agitación cultural, ha sido siempre muy 'de cine'. Pero en esos días, las tres pantallas de la capital, ofrecían un panorama fílmico muy escaso. Por eso, el aterrizaje de los Van Golem, con sus nada menos que seis salas, volvían a colocar a Burgos en el mapa cinematográfico nacional.

Por aquellos años, yo vivía con pesar la 'pandemia' que asolaba nuestras carteleras. Cuando cerraron el Goya y el Consulado, el último día, en la última sesión, fui a ver una película que no me atraía lo más mínimo. Se trataba de Hook, aquella lamentable versión que perpetró Spielberg de la bonita historia de Peter Pan. Pues confieso que, dentro de mi inocencia cinéfila, quise rendir un privado homenaje a aquella sala, a todas las salas que tantas alegrías y ensoñaciones me habían provocado, tantas historias apasionantes, tantos personajes maravillosos, tantas sensaciones que sabía que de otra forma nunca experimentaría, o quizá sí… Al fin y al cabo eso es el cine: vivencias e historias ajenas que hacemos nuestras a través de las imágenes. Quise ser la última persona en salir de esa sala antes de que el viejo acomodador, con la cabeza agachada, cerrara la puerta con llave. Y Peter Pan se fue volando por Londres en esa penosa visión de una niñez poco duradera. 

Pero llegaron los flamantes cines y, de nuevo, cumplí mi homenaje, esta vez, con satisfacción. Fui el primero en entrar a la primera sesión de los cines Van Golem. Y la película que el destino me reservó fue… Peter Pan, la maravillosa versión de Walt Disney. Y esta vez sí, Peter, en su eterna niñez, volaba contento por Londres mientras yo salía con la esperanza de seguir asistiendo a sesiones inolvidables, como así sucedió.