El final de la pandemia ha comenzado a reactivar los eventos deportivos en el exterior. La fiebre del 'running', la recuperación de algunas pruebas ciclistas abandonadas durante un tiempo, la afición por el patín y hasta los fines solidarios sacan a la calle a cientos de ciudadanos deseosos de practicar ejercicio físico fuera de polideportivos, piscinas o pistas.

Su desarrollo exige un esfuerzo con un gran coste para las arcas municipales tanto en tiempo de trabajo como de dinero, así como la organización del tráfico por parte de la Policía Local y la presencia de otros servicios como Almacenes Municipales o Protección Civil para garantizar la seguridad tanto de los participantes como del resto de burgaleses. Este año 2023, que acabamos de estrenar, estas actividades deportivas complicarán el tráfico o el transporte público en la ciudad uno de cada cuatro fines de semana. 

Con el objetivo de llevar a cabo una correcta planificación, el Servicio Municipalizado de Deportes obliga a notificar todas las pruebas, incluso las que no afectan al tráfico. En el caso de las que sí tienen afección sobre la movilidad es necesario que se comunique a finales del mes de noviembre del año anterior para autorizar su desarrollo, una vez estudiado el recorrido, el número de participantes y la fecha solicitada para su celebración. 

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