Un tirón que ni los Rolling

P.C.P.
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En un salón abarrotado y a la temperatura de los mosquitos que transmiten enfermedades tropicales, el virólogo Adolfo García-Sastre aboga por la educación y un cambio de mentalidad como contribuyentes para apoyar a la ciencia

Un tirón que ni los Rolling - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

Entró maletín del portátil en mano, repleta por cierto la muñeca de pulseras. Gafas de sol, tirantes, vaqueros, camiseta y pelo largo. Con el porte de uno de esos roqueros que nunca mueren. Y ojalá se le pudiera clonar. Porque con un García-Sastre en cada pueblo todos estaríamos vacunados, con un ojo en el frigorífico de Putin por si además de los tanques saca un virus, una mano en la cartera para pagar hasta las vacaciones de todo su laboratorio en el Monte Sinaí y un asco atroz a los murciélagos.

Se llevó la primera ovación antes de empezar, emocionados como estaban de ver a un profesional entrar en un local que aún conserva el cartel 'Consultorio de atención primaria'. En muchos, antes venía el médico dos veces a la semana; ahora una al mes. Eso sí, la puerta no se cierra. Cierto. Ayer tampoco las ventanas, porque en el salón de Palazuelos de Muñó podían superarse los 40 grados cuando el catedrático de medicina y microbiología comenzó su charla, una temperatura perfecta para que críe el anopheles, ese mosquito que transmite el zika. Pese a ello y pese a las moscas, prácticamente todo el auditorio aguantó con la mascarilla puesta. Como para osar quitársela, después de ver la segunda foto de la charla sobre Virus y Pandemias, en la que aparecían los supervivientes de la gripe de 1918 en un remoto pueblo de Alaska. Ninguno tenía más de 16 años, 40 menos que la media del auditorio de Palazuelos de Muñó. «Y no quiero meter miedo, pero tenemos que estar preparados», dijo después en referencia al H5 y H7 (gripe), dos de los muchos virus que mencionó. Quédense con sus caras. 

(Más información, en la edición impresa de hoy de Diario de Burgos)