¿Es Sheldon Cooper autista?

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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La Federación de Autismo de Castilla y León presenta el viernes, 23, un libro en el que mientras pretende contestar a la pregunta desmonta todos los mitos sobre este trastorno del neurodesarrollo

Algunos fotogramas de ‘The Big Bang Theory’ con Sheldon Cooper de protagonista.

No entiende la ironía ni el sarcasmo, es literal hasta el paroxismo, muy hipocondríaco, tiene unos horarios de baño absolutamente rígidos que impone a los demás, dispone de un pijama concreto para cada día de la semana y un menú que no puede variar (hasta el punto de que si es lunes y alguien hace torrijas para desayunar las tira a la basura pues los lunes toma copos de avena); odia el más mínimo contacto físico y habla sin filtro, lo que le hace ser muchas veces arrogante y cruel sin pretenderlo. Son algunas de las características del personaje de ficción Sheldon Cooper, alma máter de la hiperfamosa comedia de televisión The Big Bang Theory, un físico teórico extremadamente inteligente pero con una estrepitosa falta de habilidades sociales. Este perfil ha provocado que se hayan multiplicado los análisis sobre si se podría encuadrar dentro del espectro del autismo y más concretamente si tiene un síndrome de Asperger, y que el psicólogo Arturo López Fernández, de Autismo Ávila, haya partido de su figura para explicar en un libro en qué consiste este trastorno y aclarar todos los mitos que hay a su alrededor.

El próximo viernes, 23, El autismo según Sheldon Cooper (editorial La Estrella Azul) se presentará en la Biblioteca Pública de Burgos, a las 19 horas, en un acto organizado por la Federación de Autismo de Castilla y León. El hilo conductor de esta obra -de lectura sencilla para quienes no están familiarizados con el autismo y con prólogo de Javier López, un físico diagnosticado de autismo en la edad adulta- es una hipotética entrevista que un periodista realiza al científico con el objetivo de obtener el titular que confirme o desmienta si Cooper es autista. Y así, a lo largo de poco más de cien páginas hace que el personaje de ficción responda a sus preguntas.  

«Cuando comencé a trabajar en  el trastorno del espectro del autismo vi el profundo desconocimiento que existía sobre el tema, me encontré con gente cercana a mí con ideas preconcebidas muy distintas de lo que es la realidad y se me ocurrió que en vez de aclararlas puntualmente podría estar bien hacerlo con más gente y así surgió el tema. Al principio iba a ser una pequeña reflexión humorística con la que pretendía desmitificar el autismo y fue el editor quien me sugirió vincularlo a algún personaje famoso para que fuera reconocido y se nos ocurrió Sheldon, un personaje sobre el que nunca se ha dicho que tenga o no autismo pero que presenta muchas características que pudieran ser parecidas». 

¿Es, pues, Sheldon Cooper autista? Hay que leer el libro para saberlo y atravesar páginas en las que se desmontan mitos como que las personas con autismo no se relacionan con los demás porque están en su mundo o que no sienten nada: «Me parece que es de las ideas equivocadas que tienen mayor eco y lo que ocurre es que como tienen una forma de procesar la información diferente a la normativa, a lo mejor muchos de ellos se quieren relacionar de forma diferentes y viven como una agresión un abrazo y se sienten muy bien con una sonrisa o con una mirada de complicidad. Hay que tener en cuenta que es un grupo muy heterogéneo».

López Fernández afirma que queda mucho por aprender no solo entre la población general sino entre los profesionales: «He escuchado testimonios de personas con autismo adultas como que en una consulta de salud mental solicitada por una depresión el profesional le ha dicho que no podía ser autista porque le miraba a los ojos. Esto indica un desconocimiento absoluto y es una lacra contra la que yo creo que el libro puede ayudar». 

El autismo según Sheldon Cooper dedica un buen espacio a explicar cómo las mujeres están infradiagnosticadas porque, víctimas de los estereotipos que impone el género, sus síntomas no llaman la atención: «Ante una niña o adolescente que es más tranquila que el resto de sus compañeros es más difícil identificar que esa tranquilidad se pueda deber a que no tiene las herramientas necesarias para socializar porque tiene una condición del espectro del autismo. Eso tiene que ver con que se entiende que es 'normal' que las niñas sean más tranquilas y,  así, el diagnóstico llega más tarde o camuflado bajo otras cosas como trastornos de la conducta alimentaria o una depresión».