Más de un centenar de solicitudes de viviendas turísticas

C.M.
-

Solo la mitad pueden ejercer al contar con toda la documentación municipal en regla. A estas cifras hay que sumar 77 apartamentos. Un total de 27 promotores han desistido por los requisitos exigidos

Más de un centenar de solicitudes de viviendas turísticas - Foto: Alberto Rodrigo

El fenómeno de las viviendas o pisos turísticos ha llegado para quedarse. Ninguna ciudad se ha podido escapar él y Burgos no es una excepción. El área de Licencias del Ayuntamiento ha querido hacer una radiografía del estado de la cuestión para una regulación unificada ante las múltiples variedades que están apareciendo y que no se encuentran reguladas en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 2014, que está siendo objeto de revisión.

El punto de partida es conocer el número para saber la eclosión de esta nueva fórmula de alojamiento que se torna más barata que un hotel. Según los últimos datos de los que se dispone, desde 2018 se han tramitado 107 solicitudes de viviendas turísticas, de las que solo pueden ejercer 55 al haber presentado la comunicación de inicio y logrado la correspondiente resolución y emisión de la tarjeta acreditativa. Del total de solicitudes, 53 se tramitaron en 2018, 46 en 2019 y 8 en lo que llevamos de año. 

También ha habido 27 renuncias, principalmente por las exigencias municipales. La Junta de Castilla y León, que es la competente en materia turística, promulgó un decreto para regular estos alquileres con los objetivos de evitar la actividad clandestina y conseguir que la oferta fuera de calidad. Paralelamente puso en marcha un registro en el que los interesados se pueden dar de alta para ejercer esta actividad con una declaración responsable que acredite que la vivienda cumple con la normativa para poder ponerla en marcha sin tener que esperar a ninguna resolución administrativa.

Placa que identifica los apartamentos turísticos.Placa que identifica los apartamentos turísticos. - Foto: Patricia

Sin embargo, el Ayuntamiento consideró que este trámite no era suficiente y empezó a exigir licencia ambiental desde 2017 para que las viviendas cumplan con unos requisitos de seguridad e higiene, así como evaluar su incidencia en el entorno en el que están enclavadas. De este modo, la licencia ambiental obliga a someter a exposición pública la actividad por la que se obtiene rendimiento económico (se publica en el Boletín Oficial de la Provincia) y es el único modo que los vecinos tienen para conocer que se va a abrir en su portal una vivienda turística y poder hacer alegaciones si no están conformes. 

La licencia ambiental tiende dos partes. La primera es la presentación del proyecto que se quiere llevar a cabo al que los técnicos pueden proponer medidas correctivas que el solicitante debe cumplir. En otras ocasiones es necesario la realización de obras en la vivienda, de modo que una vez finalizadas el promotor debe comunicar el inicio de actividad para que la administración certifique la obra se ha hecho en base al proyecto presentado. Esta sería la segunda parte.

La realidad tan variable y con mucha casuística y los cambios normativos está trayendo numerosos problemas dentro de los servicios técnicos municipales. De hecho, en este fenómeno es uno de los que se quiere regular en la modificación del Plan General de Ordenación Urbana que está llevando a cabo el equipo de Ezquiaga. 

Por ejemplo, se han dado casos de solicitudes que quieren convertir un piso grande en dos o tres pero con un mismo acceso, lo que pone de manifiesto que se trata de una segregación y se necesita la autorización de los vecinos (mayoría de tres quintos), según la Ley de Propiedad Horizontal.

Lo que está claro es que todas las viviendas que se quieran destinar a uso turístico deberán tener cédula de habitabilidad o la autorización municipal correspondiente, debiendo cumplir en todo momento las condiciones del código técnico y de calidad exigidas.

En el caso de que una vivienda se quiera dividir en dos o más unidades de alojamiento turístico cada una de ellas deberá cumplir con las condiciones de manera independiente para poder obtener la licencia de primera ocupación. Se quiere evitar picarescas y hacer estancias que carezcan de determinadas condiciones de habitabilidad. 

Apartamentos. Paralelamente, también están en auge los apartamentos turísticos, dos o más unidades de alojamiento integradas en un bloque o conjunto). En la ciudad se han dado 18 licencias que suman un centenar de apartamentos. En 2018 se registraron 13 solicitudes, 3 en 2019 y otras dos en lo que llevamos de año. Seis de ellos pueden ejercer al contar con todos los requisitos administrativos.

Esta opción turística ha servido para rehabilitar viejos edificios del centro histórico como es el caso del de los Pueri Cantares o un bloque de la Llana de Afuera.