La producción de chacolí baja un 30% por culpa de la covid

R.C.G.
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El cierre de la hostelería obliga a Término de Miranda a sacar solo 8.000 botellas al mercado tras las dificultades para vender la anterior añada. La bodega también comercializará 4.000 litros de verdejo

El consumo en bares este año ha sido mucho menos del previsto por culpa del coronavirus. - Foto: Gonzalo Angulo

El chacolí ha sorteado numerosas trabas en la última década y también va a sobrevivir al coronavirus, aunque ha acusado notablemente el efecto de la pandemia. Su principal mercado es la hostelería local, por lo que el cierre de los bares ha puesto contra las cuerdas a la bodega Término de Miranda, que ha reducido un 30% la producción para sortear la crisis.  

El año pasado, la presentación de la nueva añada coincidió con el primer confinamiento domiciliario, lo que dificultó la comercialización. Además del descenso en la demanda hostelera, también se han suspendido eventos masivos como bodas o comuniones, en los que la bodega tenía una gran fuente de ingresos. Aún así se ha logrado dar salida con cuentagotas a las cerca de 12.000 botellas que se etiquetaron, una cifra que ya era ligeramente inferior a la del año precedente porque la cosecha no fue buena debido a que un hongo afectó a parte de los campos. 

Con la experiencia del año pasado, este ejercicio se ha optado por producir menos y aprovechar para dar descanso a las viñas con el objetivo de mejorar su rendimiento para futuras cosechas. También se ha recogido menos uva de verdejo, otro de los productos que ofrece la bodega, que en los últimos tiempos ha experimentado con otras líneas como un vino espumoso y zurracapote, variantes que han tenido buenas críticas pero de las que aún se produce muy poca cantidad. 

A pesar de la competencia directa con La Rioja y el conflicto legal que le impide utilizar la denominación chacolí en el etiquetado, los caldos mirandeses han logrado hacerse con un hueco en el mercado a base de constancia y calidad. «Siempre hemos tenido claro que el crecimiento tiene que ser continuado, no de golpe», reconoce Javier López, uno de los socios de Término de Miranda. Con esa premisa, la bodega ha ido dando pasos para ser conocida primero a nivel provincial y posteriormente expandirse a otras regiones. 

En Burgos, el producto ya está consolidado, pero traspasar fronteras es todavía una asignatura pendiente y totalmente necesaria para ampliar la cota de mercado. El problema es que sin una Denominación de Origen que abra las puertas de par en par y facilite las ventas, es más complicado llegar a nuevos clientes. En bares de Granada y Madrid ya se sirve chacolí mirandés, y aunque es de forma testimonial así que representa un porcentaje ínfimo en el total de ventas, es una manera de darse a conocer. 

La pandemia también ha servido para entablar contactos con otras ciudades que esperan que puedan dar sus frutos a medio plazo y «recuperar clientes que por diferentes motivos ya no estaban en cartera», asegura López. 

calidad sobre cantidad. Por superficie cultivable y viñedos, Término de Miranda podría duplicar la producción, pero  los socios de la bodega por ahora descartan esta opción. Hace unos años llegaron a cosechar cerca de 40.000 kilos porque la ubicación geográfica de la ciudad permite vender fácilmente el excedente a granel si es necesario, pero ahora mismo la bodega prefiere producir  lo que puede vender de forma directa y priorizar la calidad sobre la expansión comercial. El coronavirus ha limitado aún más su capacidad de acción, así que el objetivo a corto plazo es «capear el temporal» ajustando al máximo el número de botellas para que no se acumulen añadas».