Se estanca el parque hotelero; proliferan los pisos turísticos

H. JIMÉNEZ
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Tras el rosario de grandes proyectos que salpicaron la ciudad en la primera década de este siglo el frenazo a las inversiones y la aparición de nuevos modelos ha congelado el sector

Un turista, el verano pasado por las calles de la capital burgalesa. - Foto: Christian Castrillo

Durante la última temporada larga de bonanza económica, la que transcurrió desde el cambio de siglo hasta 2009, no solo proliferaron las viviendas. También el sector hotelero atrajo a inversores inmobiliarios porque en España se viajaba, se consumía y se pernoctaba fuera de casa cada día un poco más.

En el caso de Burgos, además, coincidió con que en aquellos primeros dos lustros del nuevo milenio se proyectaba, construía e inauguraba el Complejo de la Evolución Humana. Llamado a ser una nueva catedral, en este caso de la ciencia, el viejo solar de Caballería se transformaba en un centro de investigación, un museo y un gran auditorio capaces de atraer a miles de turistas y congresistas.

A lomos de aquel doble fenómeno, el de la inversión disponible y las expectativas turísticas, en la capital burgalesa y casi en un suspiro abrieron el Palacio de los Blasones (en la calle Fernán González), La Galería (Villalonquéjar), el NH en La Merced, el AC en Martínez del Campo, el HUSA Bulevar (junto a San Agustín) o el Silken Gran Teatro, por citar solo unos ejemplos.

La hemeroteca recoge un momento, en el año 2004, en el que se habla de un incremento del 30% en el número de plazas, con 800 camas más en solo tres años. Pero todo aquello frenó en seco en el año 2009 y desde entonces el parque hotelero de la capital burgalesa está completamente estancado.

La Encuesta de Ocupación Hotelera que elabora el INE refleja bien a las claras esta evolución. El número de establecimientos en funcionamiento, siempre referido a la ciudad de Burgos, alcanzó su pico en el año 2009 con 71. El personal empleado en ellos tocó techo en septiembre de ese mismo ejercicio con 542.

El número de plazas, que en enero de 2005 (momento en el que arranca la serie estadística) era de 2.681 ya había alcanzado las 3.000 en septiembre de ese año, superó la barrera de las 3.500 en octubre de 2008 y las 3.800 en 2009. Desde entonces la curva no se mueve de una meseta muy estable que apenas ha experimentado variaciones hasta que llegó, claro, la debacle del coronavirus de 2020, felizmente superada en una buena parte aunque nunca del todo.

El estancamiento en el parque hotelero no ha venido acompañado, en cualquier caso, de un fenómeno similar en la llegada de turistas, pues estos últimos fueron creciendo poco a poco hasta el estallido de la pandemia aunque las expectativas de atracción del Complejo de la Evolución nunca llegaron a cumplirse del todo, pues quizás eran demasiado optimistas. Pero el problema no es que a Burgos no acudan más visitantes, sino que el pastel de este mercado ahora se reparte de forma distinta y ha surgido un competidor feroz: los pisos turísticos.
Mientras los establecimientos convencionales, como decíamos, llevan una docena de años estancados el número de viviendas y apartamentos dedicados a su alquiler por unos pocos días no para de crecer, y este además es un fenómeno mucho más difícil de contabilizar porque una buena parte sigue sin estar declarado.

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