"El placer y la libertad son dos objetivos fundamentales"

María Albilla (SPC)
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"El placer y la libertad son dos objetivos fundamentales" - Foto: Xavier Torres Bacchetta

No hay ningún camino fácil en la vida. Ni el del amor, ni el del placer, ni el de la libertad. Tres búsquedas que impregnan las páginas de Nosotros (Destino), la última novela de Manuel Vilas (Barbastro, Huesca 1962) con la que ha ganado el Premio Nadal. En torno al soneto de Quevedo Amor constante más allá de la muerte se mueve la protagonista de esta obra, Irene, una seductora nata que trata de burlar la muerte, el tiempo y el olvido tras perder a su marido a través de un viaje existencial con el Mediterráneo de fondo y las camas de sus amantes como medio para que se obre el sortilegio.

Rómpame, por favor, los esquemas de que el amor solo es eterno mientras dura.

Qué buena paradoja, esa idea quimérica de que pudiera haber un amor que no se oxida... Irene, la protagonista de esta novela, no acepta que su marido ha muerto y lo invoca y evoca a través de un viaje por el Mediterráneo. Y hasta ahí puedo contar, porque luego empieza una peripecia narrativa donde el lector va a ir viendo que no está nada claro eso de que el amor dure tanto tiempo.

¿El amor perfecto de Irene y Marcelo es una utopía?

El libro es solo una propuesta para que el lector decida si cree en esta lucha del amor más allá de todo o si es real o no la fuerza del amor. Hay un quiebro fundamental hacia el final que no quiero desvelar en el que todo cambia... En esta novela nada es lo que parece. 

¿Nosotros es una novela de amor, de muerte, o tal vez de esas dos cosas y mucho más?

Es de amor y de muerte y también intenta explorar los límites y las fantasías de una mujer, de la protagonista absoluta del libro. El lector se convierte en una especie de voyeur que observa cómo son sus estados de ánimo, su furia, su soledad, su búsqueda del placer. Es una mujer compleja que explora la libertad absoluta y sentir placer en la vida. El placer y la libertad son dos objetivos fundamentales en la vida de cualquier ser humano.

Quedó finalista del Planeta con Alegría y ahora gana el Nadal con Nosotros con muy pocos años de diferencia. ¿Qué cotas se pone?

Yo tengo una relación bastante intensa con el trabajo. No sé estar sin trabajar y para mí escribir es trabajar. Los premios son circunstanciales, pero significan lectores y para un escritor del tipo que yo soy, los lectores son muy importantes. Hay algunos que igual no lo valoran tanto o lo hacen en distinto grado, pero yo necesito saber que hay alguien al otro lado. Lo necesito muchísimo, necesito muchísimo la complicidad y el diálogo con ellos.

Además, escribo ante la perplejidad que me causa la vida y la manera que tengo de resolverla es escribiendo. No entiendo qué es esto de vivir. Tengo 60 años y no entiendo nada. No sé por qué existe la vida, no sé por qué existen los árboles, ni el amor, ni el tiempo, ni la muerte... Todas estas grandes preguntas me asaltan como lo hicieron hace 30 años y como no sé resolverlas, escribo.

A veces pienso que he tenido mala suerte en la vida y que todo sería más fácil si no tuviera esta obsesión por querer entender las cosas. Entonces hubiera tenido un trabajo sin necesidad de escribir y sería menos agobiante.

¿Cómo ha madurado Vilas desde su primera novela sobre el amor a esta, ya que el tema sobre el que orbita su obra sigue siendo el mismo?

En la experiencia vital, lo que veo es que los seres humanos necesitan enamorarse o vivir un amor, de la naturaleza que sea, para sentir que la vida ha merecido la pena.

Construimos afectos, sentimientos amorosos, y por eso hay dos temas nucleares en el arte y en la literatura que son el amor y la muerte.

¿Cómo ha sido meterse en la piel de una mujer de mediana edad para ir desnudándola tras la pérdida de su esposo?

Los hombres y las mujeres en el sistema capitalista somos bastante parecidos porque somos consumidores. Ahí no había dificultad. Sí la encontré en el orden sentimental y en la espiritualidad. He observado mucho a las mujeres, he hablado con ellas y también me he inventado a Irene. He tenido mucha curiosidad por el mundo femenino y supongo que también me influye que yo fui un hijo bajo una gran influencia materna.

¿Es vanidoso moverse en la vida solo por placer, como hace Irene? 

Puede que sí, pero en realidad la búsqueda de placer nos mueve, aunque nos cuesta usar esta palabra, ya que se asocia mucho a la corporalidad. Decimos, por ejemplo, 'me gusta mi trabajo', cuando en realidad lo que queremos decir es que nos da placer. Así, con mil cosas.

¿Pero, no es lo que buscamos en cada acto de nuestra vida, ya sea en una lectura, en una caricia o en una comida?

Escondemos esa palabra, pero en realidad nos regimos por ella. Ya lo dijo Freud y el caso es que Irene lo único que hace es evidenciarlo de una manera muy intensa. Es lo que te comentaba, que es un término muy duro, muy potente, que evitamos. Cuando escucho a los políticos decir que se van a presentar a unas elecciones por responsabilidad o porque tienen un proyecto... ¡Qué va! Se presentan porque les da placer. El placer rige el mundo. Irene lo que hace es no ser eufemística porque no lo necesita.

¿Mueve más el amor o el placer?

Irene viene a decir que si no hay placer en el amor, el amor es inútil, no sirve para nada. Esto es lo que he descubierto en esta novela, que en el amor tiene que haber placer. Normalmente pensamos que los complementos del amor entre dos seres humanos del tipo de la lealtad, la amistad, la complicidad, la sinceridad... son sus grandes valores, pero si no hay placer, de la naturaleza que sea, entre esos dos seres humanos no hay nada. 

¿Y ella no confunde placer con capricho según van pasando las páginas de la novela?

A ella le gusta sentirse deseada, eso le seduce muchísimo, y se inventa esa liturgia amorosa de que en el orgasmo ve a su marido... Son actos eróticos con otros cuerpos, pero con la búsqueda de la persona que ella ama. Es un poco salvaje. ¿Por qué lo hace? No lo sé. ¡Es un personaje de novela!

Me surgen dudas también respecto a la fidelidad. Ella busca en los cuerpos de sus amantes a su marido. ¿Esto es ser fiel o infiel?

Casi al final de Nosotros, se tendrá que enfrentar a una pregunta muy jodida que le hace un psiquiatra... pero sí, no sé qué tipo de duelo es que se esté acostando con otros y con otras. 

¿Esta locura en la que entra la protagonista tras quedarse viuda se podría contar igual desde la visión de un personaje masculino?

No se podría. A día de hoy estaría mal visto.

¿Me temo entonces que no somos tan libres como nos creemos?

Por supuesto que no. La búsqueda de la libertad es siempre imperfecta. Somos más libres... pero en la progresión de la Historia, en 2075, nos verán como una pobre gente que vivía ignominias contra su libertad. Esta es una cosa que a mí me obsesiona como ser humano, pensar que el momento histórico nos determina como hombres y mujeres para todo. Irene es consciente de esto y por eso piensa que vivir pasiones fuertes es la única manera que tiene el ser humano de salirse de los límites que la sociedad establece y dicta.

En cualquier caso, aunque parece una historia de libertad, creo que ella no lo es. Para mí, no es libre.

Si lo ves así, así es. Yo lo que he hecho es dibujar a una seductora nata que goza de ese poder de seducción. También es malvada. Tiene sus perversiones.

¿Qué metáfora esconden los relojes, tan presentes a lo largo de toda esta historia?

Se habla de una mística del tiempo  en todo momento... Ella le regala a Marcelo un Santos de Cartier cuando se van a casar y luego deduce cómo son sus amantes a través del reloj que llevan. El reloj mide tu tiempo personal y no es lo mismo medirlo en una joya maravillosa que en un Casio. Implica que si tu tiempo se refleja en un Rolex, en un Cartier o en un Bulgary parece como si tu tiempo se elevara a un lugar donde la belleza decorase el tiempo de tu vida. 

¿Y qué papel juega el mar Mediterráneo tanto en la novela como en su vida?

Es un homenaje que le hago a mi madre. Ella estaba obsesionada por este mar y yo lo veía de crío. Para ella el verano era ir a la playa, pero a la playa del Mediterráneo. Era una mujer solar que veía ahí algo que se me quedó en la retina y era la idea de paraíso. El Mediterráneo es un mar que deja que entres, otros solo dejan que los mires. Además, ha fundado nuestra civilización, es el mar de Homero, Virgilio y Platón.

También Quevedo, el poeta del XVII, no el cantante, recorre la novela. ¿Por qué?

El soneto Amor constante más allá de la muerte siempre me ha parecido maravilloso. Es además enigmático porque para entenderlo hay que hacer una interpretación compleja. Ese soneto viene a afirmar otra de las utopías de la humanidad y de esta novela que es la posibilidad de que el amor venza a la muerte.