En las paredes y el suelo de la zona peatonal ubicada en la parte trasera del bloque número 56 de la calle Vitoria aún se perciben manchas de sangre. Es difícil, sin embargo, saber de qué pelea son esos restos. Porque en los últimos meses, en los aledaños de la discoteca Kaché las reyertas se suceden cada fin de semana. También los detenidos, el último el pasado sábado. El cierre de este establecimiento trae de cabeza a la Policía Local y, sobre todo, a los vecinos de una zona de la ciudad que hasta hace nada era tranquila, pero que ahora se ha convertido en uno de los lugares más conflictivos a horas intempestivas.

Nunca antes la Kaché había sido un foco de problemas. Todo lo contrario. Sus clases de baile y sus espectáculos nocturnos estaban dirigidos a un público más 'veterano'. Los clientes que lo frecuentaban solían superar ampliamente los cuarenta y rara era la vez que se escuchaba una palabra más alta que otra en el exterior. La pandemia lo ha cambiado todo. A partir de las cuatro de la mañana, el  establecimiento abre sus puertas a unos 300 chavales veinteañeros que ya se han tomado más de una copa en Las Llanas o Las Bernardas.

(Más información, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)