La violencia de género, tercera causa de ingreso en prisión

FERNÁN LABAJO
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En el centro burgalés cumplen condena alrededor de medio centenar de internos condenados por maltrato, la mayoría por quebrantar una orden de alejamiento hacia la víctima

Los programas educativos son claves para evitar la reincidencia. - Foto: Patricia

Que Instituciones Penitenciarias haya impulsado en los últimos años numerosos programas de reinserción de internos condenados por violencia de género tiene dos explicaciones. La primera es que cada vez son más las personas que terminan presas por maltrato hacia mujeres. En Burgos, por ejemplo, ya es la tercera tipología delictiva más común. La segunda es por el bajo porcentaje de reincidencia tras abandonar el penal. Es decir, que se ha comprobado que el trabajo que se hace en los centros funciona y por eso se ha ido reforzando la estrategia. 

Como ocurre en casi todas las prisiones españolas, los delitos más comunes cometidos por los internos del Centro Penitenciario de Burgos son los que atentan contra el patrimonio -robos, estafas...-. Aproximadamente unas 126 personas de un total de 396 están cumplen condena por este motivo, lo que supone un 32%. La segunda causa más habitual es el tráfico de drogas, un 15% y aproximadamente 60 presos. Desde hace pocos años, le sigue de cerca la violencia de género. Medio centenar de internos están encerrados, o lo que es lo mismo, un 12%. La mayoría de casos son incumplimientos de las medidas cautelares impuestas por el juez, como quebrantamientos de órdenes de alejamiento. 

«Esta tipología delictiva va aumentando en los últimos años», reconoce la directora del centro burgalés, Elena Ramos, quien matiza que no se ha producido un gran repunte de un tiempo a esta parte, sino que ha sido más bien«un incremento progresivo desde que se aprobó la Ley Integral de Violencia contra la Mujer». Además, en el Servicio de Gestión de Penas y medidas alternativas los casos de maltrato son mayoritarios. Esto es, los trabajos en beneficio de la comunidad. Unas condenas que se cumplen, explica, a través de talleres formativos. 

Programas, estos, en los que también participan los internos y que, asegura la directora del Centro Penitenciario de Burgos, están funcionando realmente bien. «La reincidencia en internos condenados por agresiones sexuales y otro tipo de violencia contra la mujer que realizan los talleres baja ostensiblemente. Se ha podido demostrar con estudios realizados a lo largo de los últimos diez años», defiende. 

Ese éxito logrado hasta el momento hace que incluso los propios centros comiencen a reforzar sus propios programas y talleres. De hecho, el penal burgalés se encuentra inmerso en la configuración de una estrategia en materia de igualdad y defensa a la mujer que no tardará en ver la luz.     

Centro tratamental. La dirección de la penitenciaría de Burgos lleva un tiempo trabajando para convertirse en un modelo de reinserción. Los comportamientos violentos no tienen cabida en esta prisión y por eso no hay un módulo de internos peligrosos -clasificados en primer grado-, más allá de los aislamientos temporales por agresiones o malas conductas. Cuando alguien presenta una regresión, rápidamente se le traslada a otro centro. Son casos muy excepcionales, pero siguen existiendo. 

Estos comportamientos que derivan en el traslado a otro centro no tienen nada que ver con la categoría delictiva por la que han terminado en prisión, aclara Elena Ramos. Es decir, que no se plantea por el simple hecho de que un interno haya cometido una infracción más grave, sino por su historial dentro de prisión. «La clasificación del grado tiene que ver con las conductas en el centro. Si un preso participa en una agresión o en un altercado, por ejemplo. Ahí es cuando se plantea que pasen de segundo a primer grado». 

Puntualiza, no obstante, que hay personas que solo por el tipo de condena -terrorismo yihadista- ya está calificado en primer grado. Por supuesto, no está en el penal burgalés. La estrategia tratamental de la cárcel se sustenta en diferentes pilares. Uno de ellos es la estrategia en materia de igualdad, pero también la unidad terapéutica, el trabajo en materia de justicia restaurativa y la oferta educativa. El centro habilitó en mayo de 2021 un aula UNED, con siete internos con acceso a la plataforma de estudios superiores. Además, está pendiente de autorización otra iniciativa similar, en este caso de FP.