Aprender sin pupitres

B.G.R.
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Fuentes Blancas, las piscinas de la capital o las de Monasterio de Rodilla se convierten en espacios de aprendizaje a través del ocio en las colonias urbanas de la Fundación la Caixa

La playa de Fuente Prior fue el lugar elegido para compaginar los juegos con el tiempo libre. - Foto: Luis Román

Toca concurso de castillos en la playa de Fuente Prior. Los educadores dividen a los niños, con edades de entre seis y doce años, en tres grupos. No tardan ni un minuto en ponerse a trabajar para conseguir la mejor fortaleza, a la que después deberán aportar contenido poniendo a prueba su imaginación para narrar una historia. Un solo juego, al aire libre y fuera de las aulas habituales, se convierte en una vía con múltiples posibilidades para el aprendizaje personal. El trabajo en equipo, el compañerismo, respetar las normas o reforzar la autoestima son solo algunos ejemplos. Detrás de todo ello se encuentra CaixaProinfancia, de la Fundación la Caixa, que desarrolla este programa a través de Juan Soñador, iniciativa social de la Familia Salesiana, para empoderar a menores de entornos de vulnerabilidad.

Cuarenta niños han participado en estas colonias urbanas repartidos en cuatro turnos en sendas semanas de julio y agosto. Esta es la última y el viernes se dirá adiós a la actividad La vida en verano es la vida mejor, donde el ambiente lúdico se ha hecho dueño de unas mañanas inolvidables. Comienzan en el punto de encuentro, en el Espacio Joven del G-9, con una pequeña charla sobre la planificación de la jornada y herramientas para trabajar las emociones, «buscando que cada dificultad que pueda haber se convierta en una fortaleza», explica Mercedes Quevedo, educadora y coordinadora del proyecto.

Con la lección aprendida, llega la hora de divertirse en la calle, como ayer lo hicieron en Fuentes Blancas, entre juegos y tiempo libre, que aprovecharon de inmediato para echarse protección solar y meterse al agua. Otros días acuden a las piscinas de la capital, a las de Monasterio de Rodilla (con toboganes incluidos), a un parque de bolas o a conocer el Paleolítico Vivo hasta que llega la hora de comer y a las cuatro regresan a sus casas. La experiencia que viven, sus impresiones y cómo se sienten quedan recogidas en un audio que escuchan al día siguiente.

Quienes están con los menores ven en primera persona su evolución y los resultados tras la experiencia. «Para muchos niños es la primera vez que realizan este tipo de actividades», explica Quevedo, quien destaca la evolución que se percibe en cuanto a «mejora de comportamiento y acompañamiento en sus dificultades». Por su parte, Imelda Navarro, directora de la Fundación Juan Soñador, subraya la alegría que transmiten, además de su capacidad de aprendizaje y disfrute, al tiempo que destaca las relaciones de «amistad auténtica» que se establecen entre ellos. 

Vínculos. Parte de ellas provienen de la labor de acompañamiento que durante todo el curso realiza CaixaProinfancia. Su coordinadora en Burgos, Azucena Simón, explica que uno de los cometidos del programa pasa por «apoyar a las familias durante un cierto tiempo con acciones gratuitas y de promoción educativa», lo que, según agrega, facilita la buena relación y el vínculo que existente entre los participantes. Algunos de los que llevan acudiendo a estas colonias urbanas desde los seis años corroboran lo que transmiten sus educadoras y reconocen esperar ansiosos la llegada del verano.

Simón destaca el trabajo que se realiza en lo que se refiere a la gestión de las emociones y la adquisición de habilidades, mientras que Simón pone el foco en el abanico de posibilidades que ofrece el ambiente lúdico: «El ocio es una herramienta maravillosa para trabajar muchos aspectos fundamentales de la persona y aprender cuestiones necesarias para la vida que resultan más complicadas de abordar en el contexto escolar».