La población en Lences crece un 21% y 9 casas se rehabilitan

S.F.L.
-

La pedanía burebana es de las pocas de la comarca que puede presumir de un incremento de vecinos en los últimos años

Dos de las edificaciones del casco histórico de Lences que se están reformando. - Foto: S.F.L.

Lences es de las pocas localidades de la comarca burebana que puede presumir de que su población se ha incrementado en los últimos años. Concretamente un 21%, al pasar de 35 vecinos a 44, un aumento que rompe la tendencia a la baja que se venía registrando desde hace décadas. La buena relación entre los vecinos y el embellecimiento del pueblo ha logrado atraer nuevos residentes, unos mayores y otros no tanto, que han apostado por la vida tranquila. Asimismo, la buena localización -a 18 kilómetros de Oña, 25 de Briviesca y 42 de Burgos- hace que la pedanía de Poza de la Sal sea un lugar interesante para vivir durante todo el año o disponer de una segunda residencia. 

En sus calles apenas se aprecian edificaciones en mal estado y en pocos años hasta 9 de ellas han sido reformadas por «familias relacionadas por el pueblo pero también por gente que llegó por casualidad y quedó prendada», asegura José Ignacio Moral, concejal del Consistorio. La administración no puede ofrecer a los nuevos propietarios facilidades económicas para llevar a cabo las reformas pero el edil manifiesta que los impuestos que se abonan «son ridículos. Pagamos 48 euros anuales por el agua y las basuras», aclara.

Las cuatro últimas personas en formar parte del censo del pueblo son Juan Cruz Bañuelos, su mujer y sus dos hijas. La crisis laboral les obligó a dejar Madrid y trasladarse a Lences a finales de diciembre. Actualmente conviven con el padre de este y buscan empleo por la zona. Ella ha trabajado siempre en residencias de ancianos y él en el sector hostelero. Ambos tienen claro que en caso de conseguir un contrato laboral se quedan en Lences porque «vivimos tranquilos y los gastos son mínimos. El único inconveniente es que el transporte escolar no llega desde Briviesca y tenemos que llevar a una de nuestras hijas al colegio», explica el vecino.

En su caso no han necesitado alquilar ni comprar una vivienda ya que el padre de Juan Cruz dispone de una. No se plantean arrendar la casa rural-bar-restaurante y consideran que sería «un suicidio». Tampoco se han marcado una fecha límite para buscar salidas en otro lugar. «De momento aquí nos quedamos. Todo se irá viendo», sentencia.