Una tradición que florece

JUNIOR VIEIRA
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Los alumnos del IES Montes Obarenes celebran la venta anual de claveles y piruletas. La meta reside en recaudar dinero para su graduación, pero también significa un «ejercicio de diálogo»

Puesto de venta de claveles en una de las puertas del instituto. - Foto: J.V.

Durante el curso académico existen varias fechas marcadas para los alumnos del IES Montes Obarenes. Una de ellas es la habitual venta de claveles. Con la excepción del año pasado a causa del coronavirus, esta tradición supone un «ejercicio de diálogo» para los alumnos, pero también una actividad cuyo objetivo reside en «transmitir la ilusión a todos los que van entrando» y que, además, les permita recaudar dinero para su graduación a final de año. 

La iniciativa se divide en dos procesos. «Vendemos los claveles con una nota que las personas escriben a la persona que va dirigida junto al curso, la cuál mandamos con un clavel y una piruleta o un bombón», explica Claudia Soto, alumna de 2º de Bachillerato. Hace años la entrega se realizaba el mismo día, pero «las circunstancias sanitarias» han impedido que sea así, explica Ángeles Ramos, jefa de estudios, quien recuerda que «el hall se abarrotaba». Una aglomeración de alumnos que «ahora mismo no se puede permitir». 

Aquellos alumnos a los que hayan dedicado esta flor tendrán que esperar al 14 de febrero. Alicia Cabrejas, directora del centro, los define como «claveles de la amistad» y aunque su entrega coincida con la fecha de San Valentín «no son de ese día», aclara. Cabrejas recalca que «para ellos esto es un ejercicio de organización, sobre todo de ponerse de acuerdo, a dialogar y a ceder».

Una planificación «bastante dura», cuenta Natalia Busto, estudiante. Las opiniones vuelan a través de los tres cursos de bachillerato y «al final se ha de llegar a un consenso y eso es lo más importante», añade. Esta organización comenzó antes de navidades y durante el mes de enero se intensificó. «Hay alumnos que se ha implicado más, pero en general hemos estado todos», explica Iker Parrón, uno de los organizadores. El consenso si que reina en la ilusión y Parrón cuenta que «se está cooperando para que esto salga bien y los niños puedan tener sus claveles».

El dinero recaudado con la venta irá empleado para la graduación de fin de año. «Otros años se destinaban a los viajes de fin de curso, pero este no se sabe si va a poder haber», expresa la jefa de estudios. Al final lo importante reside en el espíritu de compañerismo de la actividad y desde el centro aclaran que «no se trata de hacer negocio, sino de una actividad conjunta que recuerden».