Nuestros churreros viven un año amargo

M. URIZARNA
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Los negocios en Burgos han mantenido los precios pese a la inflación, pero las ventas de chocolate caliente y churros han sido flojas respecto a temporadas anteriores

Teresa Marco tiene su churrería en la calle Vitoria, frente a la Antigua de Gamonal. - Foto: Christian Castrillo

A quién no le gusta despertarse por la mañana y salir a por un chocolate caliente con churros recién hechos. Desde luego para los burgaleses esta práctica es ya una tradición, como bien demuestran los puestos  callejeros que hay instalados por toda la ciudad. Con azúcar, bañados en chocolate, rellenos... «A la gente le gusta la calidad, hay que dar género reciente y hacerlo todos los días», comentaba Teresa Marco, una de las vendedoras afincada en la calle Vitoria. Es un oficio laborioso: se abre a primera hora de la mañana y se cierra tarde, pero los vendedores coinciden en que los clientes tienen paciencia y son agradecidos. 

La temporada comenzó en el puente del Pilar, en octubre, y las ventas han ido subiendo poco a poco, aunque las cifras se mantienen por debajo de las de campañas anteriores. «El tiempo no ha acompañado, ha estado lloviendo casi todos los días», lamentaba Anabel, que se instala en la plaza Vega. Con ella coincidía José Gómez. «Estas Navidades han estado más flojas que otros años, exceptuando las fechas clave de Nochebuena, fin de año y Reyes, que siempre hay gente, los demás días han estado muy tristes». Los fines de semana son más productivos para estos establecimientos, y mucha juventud aprovecha para desayunar al volver de fiesta. «Se comportan bien, piden media docena y un chocolate caliente y se van contentos», comentaba la empresaria. En Gamonal, Teresa sí ha tenido más ventas que otros años, «la gente se anima y viene, pero también se ha notado muy vacío» expresaba.

Los días 5 y 6 de este mes el negocio vivió un boom. Al acabar la cabalgata se formaron colas de 20 minutos. «Fue horroroso pero no nos podemos quejar. Aunque desde luego me pasa a mí y no tengo la paciencia para esperar tanto», admitía Anabel, que cerrará unos días en marzo para acudir con la churrería a las Fallas, donde los churros tienen también un gran éxito entre los valencianos y los turistas, al igual que los tradicionales buñuelos de calabaza que elabora para la ocasión. 

Pese a la inflación, los precios se han mantenido en 5 euros la docena en la mayoría de puestos, como el año pasado, lo que supone un esfuerzo para los comerciantes, que ahora pagan más por la materias primas. «Antes el aceite lo comprabas por 90 céntimos y ahora se paga a tres euros y pico» explicaban. La harina, la luz y la electricidad, que pagan al contado, también ha subido, pero «si no se mantienen los precios la gente no compra», explicaba Gómez.  

La temporada se alargará hasta primavera, entre los meses de marzo, abril y mayo, dependiendo de negocios, aunque una vez acabe el frío, los vendedores no esperan un gran incremento de las ventas. Muchos se mantienen gracias a la clientela fija, Marco lleva en Gamonal casi 10 años, Gómez, su marido, 15 junto al Alcampo, y Anabel García suma también más de una década. Siempre acude gente esporádica y turistas, pero en general les conocen a todos y les gusta tener detalles con ellos, pues «donde a uno se le trata bien, repite», comentaba esta última.