Café con aroma burebano

S.F.L.
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El bilbaíno Pablo Pascual tomó las riendas de Cafés Villarias hace 30 años y a raíz de la pandemia trasladó la empresa a Carrias. Trabaja con productos de máxima calidad de Vietnam y Honduras, entre otros

Pablo Pascual usa maquinaria tradicional de 1932 para trabajar la materia prima en su pabellón de Carrias. - Foto: S.F.L.

En el tostadero de Cafés Villarias huele a tradición. No es para menos, ya que se cumple más de siete décadas desde que la marca quedara registrada y casi un siglo desde que la maquinaria que Pablo Pascual utiliza en su nave de Carrias comenzara a funcionar. El camino de esta compañía con gran trayectoria en la provincia de Vizcaya dio sus primero pasos en los años cincuenta en el centro de Bilbao, y fue a partir de entonces cuando cogió fama en las cafeterías más exclusivas de la ciudad. Con apenas 15 años y recién salido de la escuela, el empresario comenzó a trabajar en la industria que acabó por comprar a sus jefes al anunciar su jubilación en 1989. 

Amante del café, pero no en exceso, «solo me bebo seis o siete al día», bromea «y como mucho uno o dos de la competencia a la semana», añade, dejó el pabellón del 'Botxo' para continuar con la actividad desde Berango. Allí ha pasado treinta años hasta que la pandemia le hizo comprender que uno de los inmuebles que adquirió en el pueblo burebano no tenía utilidad y que disponía del espacio necesario para montar en él su pequeña fábrica. «No pago alquiler y eso significa ahorrar mucho dinero», confiesa. Además de ser uno de los primeros forasteros del lugar, «aquí nadie se compraba casa hasta que me dejé caer», es el único en décadas que se ha animado a trasladar parte de su negocio «¡y qué bien he hecho!», asegura.

Él no forma parte de ninguna generación de cafeteros. Entró en el sector por casualidad pero pronto descubrieron que aquel adolescente derrochaba ingenio y capacidades por los cuatro costados. Con el paso del tiempo,  la apuesta por la calidad y por un producto natural que caracterizaba desde sus inicios la empresa continúa vigente. Para lograrlo, Pascual busca los mejores cafés de diferentes países: Vietnam, Colombia, Honduras o Brasil son algunos de los principales surtidores de materia prima. El producto llega a sus instalaciones en verde sin pasar por ningún intermediario y en el tostadero lo prepara con su mezcla secreta. A continuación lo envasa y, en un gran porcentaje, lo distribuye. 

Aunque tiene clientes en zonas como Santander o Guipúzcoa, su principal mercado es Bilbao. A la hora de elegir el producto estrella, el director de la marca, tostador, comercial y distribuidor nunca duda, y a pesar que entiende que hay un café para cada momento, apuesta por el natural 100%. «También trabajo con café descaifeinado pero en cantidades muy inferiores», explica. De lunes a jueves se dedica a buscar clientes, atender a su cartera y repartir los pedidos en el sector de la hostelería. Los jueves por la tarde toca el turno de lo más divertido. Llega al pueblo a eso de las 17 horas, se organiza, cambia la indumentaria y enciende el 'horno' de 1932. «El fin de semana me dedico a tostar y empaquetar el grano, pero con tranquilidad. Preparo unos 200 kilos para ir vendiendo desde el lunes y no acumular demasiado en caso de que el comercio no requiera mi producto», declara. 

Así una semana, y otra, y otra. Y el vasco encantado de ejercer su profesión rodeado de naturaleza y tranquilidad. ¿Dónde está el secreto de su éxito? «El proceso es uno de mis puntos fuertes. No es un secreto en el sector que el factor humano es fundamental en la empresa. Tengo el control del producto al cien por cien en todas sus fases con un proceso que sigue siendo artesanal», recalca. 

Respecto a sobrevivir a la moda de las cápsulas, el cafetero confiesa que «hubo que adaptarse aunque pronostica que la gente quiere volver a los orígenes, «porque estamos ya todos un poco cansados de tanto plástico y de tan poca calidad. El aroma que había en casa de los abuelos cuando se hacía café no se logra con una cápsula en quince segundos», expone.

Lugar para visitar. El traslado del negocio llama cada vez más la atención de los curiosos, que asoman sus cabezas atraídos por el aroma del producto que atraviesa la puerta de madera de la entrada. Pablo invita a todos ellos a pasar y conocer las instalaciones. Además de las máquinas antiguas, el bilbaíno ha puesto todo su empeño en decorar el espacio con infinidad de pequeños artilugios antiguos que guardan relación con el café.