«La risa es la respiración del alma»

ALMUDENA SANZ
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La payasa y pedagoga Merche Ochoa, Premio Nacional de Circo 2014, que da un curso de 'clown' en La Parrala, defiende la importancia de que estas artes «estén al alcance de todos»

Merche Ochoa, sin nariz roja, con los alumnos que ahondarán en las claves del payaso blanco en el centro de creación escénica hasta el jueves. - Foto: Valdivielso

La nariz roja que llevan al cuello los delata. La cosa va de hacer reír. Una misión nada ajena a quienes se sientan en el gimnasio de La Parrala. Todos guardan una más o menos larga relación con esa tarea. Pero el saber no ocupa lugar y ellos quieren más. Y aprenden de una de las payasas más reconocidas y con más proyección de la escena. Merche Ochoa, Premio Nacional de Circo 2014, los guía en la aventura de rescate del llamado payaso blanco en un curso con el que arranca el Festival Mujeres con Narices, que se alargará con distintas actividades hasta el 29 de abril. 

A ese payaso elegante, de una belleza poética, políticamente correcto siempre, que hace las cosas bien, que representa la autoridad, que lleva la cara pintada de blanco y es el perfecto contrapunto a ese otro, el augusto, que, por desconocimiento o curiosidad, dinamita la norma, con la nariz roja y el zapatón, a este reconduce paciente cuando tropieza y se zampa la tarta de chocolate que tiene prohibido tocar, a ese payaso blanco reivindica desde hace años Merche Ochoa. 

«Es una figura súper importante, pero está un tanto abandonada por los payasos modernos. Ha sido el gran olvidado y rescatarlo es un ejercicio de memoria histórica y de justicia poética. Los payasos somos animales de compañía y funcionamos mejor cuando somos varios, nos divertimos más. Es el payaso por excelencia porque es el que sostiene la historia para que el augusto, que es el que estamos acostumbrados a ver, brille», introduce a grandes rasgos y advierte que ese olvido se ha producido por las necesidades de un mercado laboral que ha adelgazado las formaciones hasta hacer que lo más habitual sea ver solo al payaso sobre el escenario (aún aguanta acompañado en las pistas de circo). 

«Se están perdiendo dúos, tríos y troupes. Rescatar esta figura y volverla a poner en los escenarios sería un éxito para todos y para la supervivencia del oficio. El payaso si quiere sobrevivir, y ha sido históricamente un gran superviviente, tiene que adaptarse al tiempo moderno», remacha la artista riojana, residente en Barcelona, quien suelta una risa nerviosa cuando se le pregunta si el oficio está en peligro de extinción. 

Alude a la «potente crisis cultural» que han pasado todas las artes y a la «poca transmisión del oficio». «Hay que procurar que las nuevas generaciones vengan mejor informadas y formadas. La supervivencia del oficio no está en quienes estamos trabajando, sino en que venga gente joven que nos renueve. Y necesitamos que sea con calidad», desarrolla sabedora de que el salto a la profesionalidad «es complicado, porque los circuitos han cambiado, hay muchas más mujeres y son menos programadas y tras estos años de pandemia ni te cuento». 

La alargada sombra de la crisis se extiende como un arma de doble filo: las programaciones salen con timidez, pero el público anda más ávido que nunca de reír. 

«Los payasos somos un mal necesario. Necesitamos reír porque destensiona, desestresa, recoloca, además de todas las hormonas que se ponen en movimiento cuando uno lo hace de verdad. La risa es la respiración del alma y hay que reírse un ratito todos los días porque ayuda a estar más saludable mentalmente. Es importante que estemos al alcance de todo el mundo. El teatro y el circo no pueden ser un producto de lujo, la cultura es necesaria y su democratización es muy importante», alega vehemente sin dejar de trufar su conversación con unas risas con las que al mismo tiempo entierra el «falso mito de que el payaso debe ser un ser triste y deprimido por dentro y alegre por fuera». 

Lo que no es un mito es que se programa poco a las mujeres que se dedican al humor, una vieja reivindicación que alumbró hace seis años el Festival Mujeres con Narices. 

«Estamos en un momento altamente complicado. Se han disparado los festivales de mujeres, pero estamos infraprogramadas en los, entre comillas, festivales normales. Lo masculino sigue siendo lo universal y lo femenino, siempre en un rincón. Cuando estemos programadas con normalidad en los festivales normales, estaremos bien; ahora no lo estamos», se explaya con mascarilla, pero sin nariz roja, reconduciendo a quienes acuden al curso, cual payaso blanco.  

Del espectáculo al debate y más
Hoy.
La monologuista Sil de Castro, la creadora Amaya Barahona y la profesora Isabel Menéndez debaten sobre la responsabilidad del humor frente a las desigualdades con las clownclusiones de Virginia Imaz. Sala Polisón, 20.15 horas. 

Jueves 21. Gala de monólogos. MEH, 20.15 horas (el viernes será en La Estación, 20 h.).  
Viernes 22. Representación de Llámame Mary, de Cía. Pai, para público infantil, en la Casa de Cultura de Gamonal (19 h.).  
Sábado 23. Líbera Teatro presenta ¿Qué pacha, mama? Teatro Principal, 18.30 h. Acción callejera con H3B Danza antes para caldear el ambiente, también el domingo. 
Domingo 24. A los jóvenes se dirige La chica que soñaba, de The Cross Border Project. Teatro Principal, 20.30 horas. 
Próxima semana. La programación sigue hasta el 29.