Es un proyecto pionero. Y único en España. Mina Esperanza, ubicada en el corazón mismo de la Sierra de Atapuerca, podría convertirse en la primera cavidad subterránea navegable del país: así lo ha planeado Ociosfera, la empresa adjudicataria de su explotación turística y de investigación (y única que se postuló al concurso), que tiene previsto invertir en los próximos diez años 450.000 euros para aprovechar al máximo el potencial de este impresionante lugar, de donde se extrajo hierro durante varias décadas del siglo XX. El responsable de la empresa, Eduardo Cerdá, está más que convencido de las posibilidades de estas galerías subterráneas, y ha estudiado con mimo la opción 'estrella' de convertir el nivel -4, casi siempre inundado de agua (como estos días, que incluso alcanza el nivel -3), en la primera mina navegable de España a la manera de las existentes en lugares de Europa como las minas de Sal de Salzburgo, en Austria, o las minas de Turda, en Rumanía. «Es un proyecto muy meditado y factible», asegura Cerdá.
Aunque no es la única idea que tiene Ociosfera para revitalizar y captar aún más el interés turístico de la mina, sí es la más innovadora y asaz atractiva. «El nivel -4 se encuentra permanentemente lleno de agua debido al flujo de manantiales naturales que continuamente inundan toda la galería. El primer paso sería el vaciado de todo el piso por medio de bombas de achique. El siguiente, hacer la topografía y el estudio de estabilidad; y por último habría que realizar la limpieza y acondicionamiento de las galerías colocando las entibaciones pertinentes para asegurar que no se corre ningún riesgo al visitarlas».
Una vez ejecutadas estas mejoras, explica Cerdá, la idea es mantener el nivel -4 con un metro de agua aproximadamente inundando esas galerías, que según sus cálculos pueden llegar a tener una extensión de 300 metros. Mediante dos bombas suspendidas a un metro de altura dentro de las galerías se mantendría el nivel de manera constante. «Una vez se consiga esto se procedería a realizar visitas en barca. Esto supondría hacer navegable todo el piso -4. Y convertir la visita en una experiencia única. Para hacerla aún más atractiva a los sentidos, la idea que tenemos no es tanto iluminar el recorrido sino que la iluminación salga de las propias barcas, lo que aumentaría la sensación de emoción, como de estar descubriendo un sitio inexplorado, con los reflejos de la luz y sus sombras en las cavidades y en el agua», subraya.
Según recoge el proyecto, en ese piso -4 se recorrerán otros 500 metros y en la sala principal se proyectará un espectáculo de luz y sonido a más de 150 metros de profundidad y sobre las aguas. La bajada desde el nivel -3 al -4 podrá hacerse de dos maneras, bien bajando cómodamente por la rampa principal hasta el lugar en el que se ubique el embarcadero, o bien para un público más aventurero saltando desde un respiradero que comunica ambos pisos con los trajes de neopreno o en columpio (ascensor con cabestrante) directamente a la barca que esperará debajo, en la vertical del respiradero. «Ser pioneros en nuestro país con algo de este calibre marcará la diferencia dentro de un turismo del patrimonio industrial en auge y continua evolución», subraya Cerdá.
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