"Las mujeres deben dejar de estar en posición de víctima"

EFE
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Inquieta. Una profesional apasionada por mostrar a través del séptimo arte la realidad que vive la mujer en países como Haití, donde su sacrificio es desolador

"Las mujeres deben dejar de estar en posición de víctima"

Después de su estreno en Cannes, la película Freda llegó al Festival Global de Santo Domingo, mostrando una historia de tintes autobiográficos, en la que unas mujeres se enfrentan a difíciles decisiones, entre ellas el dilema de emigrar o quedarse en un Haití en crisis.  «Las mujeres deben dejar de estar en posición de víctima», defiende la cineasta Gessica Généus, directora y guionista del filme.

La cinta y las encuestas muestran que las mujeres se resisten más a emigrar de Haití. ¿Por qué?

No es que no quieran irse. Creo que lo primero, para un hombre, si no eres capaz de proveer, eres menos hombre. Es como el patriarcado construye la sociedad. Están más dispuestos a irse porque tienen que proveer, para sentirse más hombres. Lo curioso es que cuando la mujer se va, no vuelve. El hombre hace fortuna y piensa en volver.

En el filme, las mujeres asumen la mayor carga en la sociedad. ¿La crisis las ha puesto en esta posición?

En Haití las mujeres son las grandes proveedoras de la sociedad, porque son las que salen a vender. Están en la base de la economía, pero políticamente estamos fuera de la toma de decisiones. Nos hace sentir que somos las más débiles, pero no lo somos.

Es muy fácil decir que las mujeres son débiles y los hombres fuertes, pero es más complejo que eso. El sistema está construido de cierta forma para que te quedes en tu rincón. Es donde reside el problema, no nos damos cuenta de que tenemos el poder. Yo quería que las mujeres vieran eso. A veces estás pidiendo una libertad que ya tienes. Y creo que es lo que está pasando en el mundo. Tenemos que darnos cuenta de que para cambiar nuestro comportamiento, hay que dejar de estar en posición de víctima. 

Al comienzo de la película, unos estudiantes debaten sobre la posibilidad de que las protestas conduzcan a la muerte violenta del presidente Moise. ¿Fue premonitorio?

Es raro, fue expuesto en la película y luego ocurrió. Fue terrible. Ocurrió de un modo muy violento. Me dolió cuando pasó. Cuando murió, yo estaba en contra de todo lo que hacía este hombre, pero me dolió.

¿Cómo puede salir Haití de una situación tan difícil como esta?

Queremos creer que es una situación difícil, pero no lo es. El asunto es ¿te van a dejar hacerlo? Sabemos qué hay que hacer. Por ejemplo, hay tráfico de armas en Haití, hay que pararlo, con leyes, reglamentos. ¿Pero nos lo van a permitir?

Mi mayor miedo es si habrá el espacio para hacer el país que queremos. Esa es la cuestión.

¿La crisis política influyó en el guion?

Pensé en ambientarlo en la época de la primera elección de (Jean Bertrand) Aristide, porque pensaba en mi madre, que murió entonces. Pero me di cuenta que tenía que ser ambientado ahora, porque retrata a la generación actual. Este movimiento me hizo cambiar la idea en la que se cuenta esta historia.

La película tuvo una gran acogida en el Festival de Santo Domingo, en especial entre los inmigrantes haitianos. ¿Cómo fue proyectarlo aquí?

Es un lugar difícil de encontrar a la gente. Es un lugar de risas, pero también de dolor. Están fuera del país. Hablando con la mujer que hizo los atuendos de la película, que ahora vive aquí, me dijo que está súper bien. Eso duele. Quiero que esté bien, pero duele saber que está respirando porque dejó el país. Es probable que no vuelva. ¿Quién quiere estar en esa situación? A los emigrantes les digo: «No olvidéis el país». Hay 12 millones de personas allá que quieren tener un país en el que vivir. Deben recordar eso y sé que lo hacen. La gente me pregunta por qué me quedo. ¿Nos podemos ir todos? No lo veo así.

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