Un Camino frío y tranquilo, al contrario que en verano

CÉSAR CEINOS
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Los peregrinos que cruzan la provincia burgalesa durante el duro invierno son pocos y se encuentran con muchos negocios cerrados en los pueblos pequeños, pero destacan la belleza de los paisajes y las ventajas de andar solos

Un caminante asiático en las inmediaciones de la capital. - Foto: Luis López Araico

Hacer el Camino de Santiago es un reto que lleva varias décadas entre los propósitos de muchos españoles y extranjeros. El boom de la ruta jacobea extendió el peregrinaje incluso a personas que no creen mucho en los preceptos de la fe cristiana, pero solo unos pocos deciden adentrarse en tierras de Burgos en invierno, cuando las temperaturas son bajas y las heladas muy frecuentes. Son, sin duda, los más valientes, este año más si cabe, ya que la covid-19 seguro que ha quitado las ganas a más de uno. 

A diferencia de 2021, el albergue de peregrinos ubicado en la Casa de los Cubos de la capital está abierto para acoger a los romeros que llegan a la ciudad del Arlanzón en los meses iniciales del año. No son muchos, por lo que el límite de aforo impuesto por el coronavirus (actualmente solo podrían entrar la mitad de las personas que lo hacían normalmente) no es, al menos por ahora, un problema. «En las tres primeras semanas de enero habrán entrado unas 75 personas, en su mayoría extranjeros», informa Jesús Aguirre, presidente de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Burgos, entidad gestora de la hospedería municipal de la calle de Fernán González. Por poner algún ejemplo diario y singular, cuatro usuarios pernoctaron en Nochebuena, tres en Nochevieja y dos en la Víspera de Reyes. Por el contrario, también se registró alguna jornada en la que el hospitalero no selló ninguna credencial. Eso no quiere decir que no haya pasado nadie por Burgos, simplemente que no durmió allí.

Con unas cifras tan bajas de afluencia, el peregrino que se expone a la nieve en los Montes de Oca y a los negocios con las persianas bajadas en los pequeños pueblos por ser temporada baja se libra de la masificación de la ruta. Evita, entre otras cuestiones,«tener que ir corriendo al albergue cuando abre para coger sitio», explica el catalán Iván Ruiz Fernández, una de las personas que escogió enero de 2022 para cruzar Burgos en su búsqueda de la tumba del apóstol Santiago en Compostela. Lo hizo por motivos laborales, pero destaca que son unas fechas excelentes para «estar tranquilo y pensar», dos cosas que le gustan mucho. «Supongo que en verano será como una romería», manifiesta.

Eso sí, asegura que es totalmente necesaria una planificación previa antes de ponerse las botas y estudiarse cada kilómetro del itinerario cultural declarado Patrimonio de la Humanidad en 1993. «Hay que ir bien equipado, no solo por el frío. Hay dificultades para encontrar supermercados y bares abiertos en algunas localidades. En muchas ocasiones, las etapas las delimitan los albergues disponibles. Además, con la pandemia de coronavirus se han juntado el hambre con las ganas de comer y creo que ahora hay más sitios cerrados que la vez anterior en la que hice el Camino», comenta el romero procedente de Lloret de Mar (Gerona).

En esta estación, los horarios son diferentes. Los caminantes inician su andadura más tarde (en torno a las ocho de la mañana) para aprovechar las mejores horas del sol, aunque Ruiz se encontró con un duro enemigo: el viento en contra en las inmediaciones de Atapuerca.  «Provocó que la sensación térmica fuera más baja», afirma. Pese a todo, ve el vaso medio lleno y piensa que en invierno con «ponerse capas» es suficiente para pasar el día y poder disfrutar «solo y tranquilo de los paisajes preciosos y los colores del amanecer».

Por su parte, el italiano Luca Quercetti señala que, en líneas generales, no pasó frío en los primeros kilómetros burgaleses de la ruta jacobea. «Si te mueves no te enfrías. Cuando paras tres o cuatro minutos sí», comenta el peregrino, que admite que entre Redecilla del Camino y Burgos ha tenido mucha suerte porque «siempre ha hecho sol y estamos en el mes de enero». «Pensaba que me iba a encontrar más veces con la nieve», agrega. El romero procedente de Ancona, que tiene entre sus aficiones caminar y disfrutar del horizonte, se está encontrando con los mismos problemas que el catalán. Lamenta que estuviera todo cerrado en algunos pueblos, pero entiende que no pueden estar abiertos los negocios para uno o dos peregrinos.

Por último, comenta que la ausencia de compañeros por las sendas y los arcenes de las carreteras transformó su experiencia en un viaje introspectivo. Cada día avanza unos 25 kilómetros por día, si bien aún no se ha puesto fecha para llegar a Santiago. «No he cogido ni el vuelo a casa», concluye.