«Cada vez que viene un médico nuevo decimos... ¡ a ver si dura! Ya puedes poner bien claro en el periódico que no nos le quiten, que es muy bueno». El alcalde de Tobes y Rahedo, Eduardo Martínez, habla, seguramente, por boca de todo el pueblo cuando se refiere no solo a su médico, Óscar Báscones, sino también a la necesidad de contar siempre con la misma persona que esté al cuidado de la salud de los vecinos y a quien se pueda llamar en momentos de dificultad como el que ahora se está produciendo en su casa. Su madre, Leonor Díez, de 89 años, lleva dos semanas sin apenas comer ni hablar y casi no se puede mover. Aún con todo, esperó a que Báscones volviera de sus vacaciones para darle aviso de lo que estaba ocurriendo.
Así, el pasado martes, 19, en cuanto terminó de ver a los 33 pacientes que tenía citados en el consultorio de Villayerno Morquillas, este facultativo cogió su coche y se hizo los 20 kilómetros que le separaban de la enferma. La encontró encamada y preguntó a sus hijos, Eduardo y Blanca, cómo había pasado los días anteriores y, tras auscultarla, encargó por teléfono (el suyo propio) una ambulancia para que fuera trasladada al Hospital Universitario de Burgos. «Quiero que se descarte cualquier proceso agudo», explicó a la familia.
En Villayerno, desde que las cosas cambiaron por la pandemia, pasa consulta a cualquier paciente de su zona que lo precise los martes y jueves; los lunes, miércoles y viernes lo hace en Rioseras. Son dos de los diez pueblos que tiene asignados, todos en la zona del Valle de las Navas: Rioseras, Robredo Temiño, Temiño, Caborredondo, Celada de la Torre, Hurones, Ríocerezo, Melgosa, Tobes y Rahedo y Villayerno Morquillas, a cuyos domicilios acude también si las condiciones del enfermo así lo exigen.
(El reportaje completo, en la edición impresa de hoy de Diario de Burgos)