Una cantautora, un pimiento y una cebolla, el coche de Google Maps y Twitter se conjuran para armar el cuento más surrealista que en el mundo de las redes ha sido (o no). A Tereresa le es imposible parar de reír mientras deshilacha la rocambolesca historia que ha protagonizado estos días a cuenta de un, creía ella, inofensivo tuit cotidiano con el que solo quería echarse unas risas con sus contados seguidores. Jamás imaginó la música burgalesa que conquistaría el estrellato con dos hortalizas en sus manos y no con su guitarra. A esta acaricia mientras interpreta «la canción que todos pedían, pero nadie creía que fuera hacer» en la que resume lo sucedido y con la que afirma cerrar «el círculo de una de las cosas más divertidas y absurdas que me han pasado». Este es el final (o casi) del relato. El principio arranca una mañana de marzo en una calle de Madrid.
Teresa Martínez, de nombre artístico Tereresa, estudiante de 5º de Periodismo en la Universidad Carlos III, salió de la facultad y antes de llegar a casa, paró en la tienda de alimentación del barrio a por un pimiento y una cebolla para hacerse la comida. Todo normal. Pasó por allí el coche de Google Maps (no revela el nombre de la calle, no vaya a ser que torne en lugar de peregrinación). Llamó su atención. Nunca antes se había topado con ese vehículo espía y le hizo gracia. Colgó un tuit. 'Hoy he salido de mi chino de confianza con un pimiento y una cebolla justo cuando pasaba un coche de Google street view. Espero haber salido porque no creo que nada me vaya a representar mejor'. «En su día tuvo tres me gusta. Me pareció gracioso aparecer de esta guisa en Google Maps».
La anécdota se quedó ahí hasta el pasado 3 de julio. Tereresa se acordó de aquella pillada, se metió en la aplicación para ver si se había actualizado... ¡y ohlalá! Allí estaba ella. Subió otro tuit: 'Efectivamente salgo con mi pimiento y mi cebolla'. Escribió estas ocho palabras sin pretensión alguna, solo para seguir con la guasa, y montó en el autobús rumbo a Madrid tras vivir los Sampedros. Pero el móvil no paraba de pitar. «No sé qué pasó. Empezó a volverse loquísimo. Quizás lo retuiteó alguna persona famosa. Ha sido tanta gente que no sé quién ha dado me gusta o lo ha retuiteado». Silenció el teléfono, entró en casa y se olvidó del tema.
Solo hasta la mañana siguiente. Podía entender la coña de Twitter (ayer, a media tarde, llevaba 70.500 me gusta y casi 4.000 retuits), pero le resultaba increíble aparecer en periódicos como 20Minutos o El HuffPost. Definitivamente, se le había ido de las manos. El más difícil todavía llegó cuando la llamaron de RNE o entró con Carlos Alsina en Onda Cero. Y todavía quedaba la guinda. La puso Antena 3 TV. Empujados por ese ambiente hilarante, la Agencia Witis, donde trabaja, colgó un tuit, 'La chica del pimiento y la cebolla… ¡contratada!', con una foto del apretón de manos. La televisión dio por hecho, y nada más lejos, que consiguió el empleo tras su aparición estelar.
Llevada por el momento pensó que podría enfocar esta pequeña revolución hacia su música (el año pasado sacó su ópera prima, Todo sigue igual). Si cuela, cuela. Y coló. Sus reproducciones han aumentado considerablemente. Antes de convertirse en la chica del pimiento y la cebolla, contaba con unas 20 un día bueno, solo el miércoles tuvo 232. Su agenda también empieza a completarse de contactos interesantes. No sabe dónde la llevará todo esto. De momento, más allá de las risas, a componer la que dice su canción más absurda (entera en Instagram), que, aunque ella lo niega divertida, sabe que será el hit de sus conciertos.