Pueblos convertidos en mecas del arte

R. PÉREZ BARREDO
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La apuesta de Villangómez, Belorado y Tubilla del Lago por los murales artísticos está reportando a los tres pueblos una gran cantidad de visitantes

Pueblos convertidos en mecas del arte - Foto: Luis López Araico

Frente a un mural que homenajea a los campesinos que inmortalizó en su paleta Vela Zanetti camina Manuela con su perrita. Aún es fresca la mañana en Villangómez, que siempre recibe al visitante con la formidable sorpresa del arte que da vida a muchas de sus paredes: en pocos metros, dos mujeres se besan con ternura en una medianera, unos girasoles de Van Gogh dan aroma en otra y don Quijote sueña con gigantes en un muro. Así da gusto. Confirma Manuela una realidad maravillosa: el arte urbano por el que apostó este pueblo hace unos años lo ha convertido en lugar de peregrinación más allá de las fiestas anuales o del Festival Pollogómez, del que nació la iniciativa, y más allá incluso de los fines de semana, en los que es muy habitual ver a visitantes particulares recorrer el pueblo haciendo fotos durante todo el año. «Aquí vienen entre semana hasta autobuses con escolares de distintas edades y autobuses con gente mayor. Pero a diario viene gente», apostilla.

No puede decirse, en rigor, que el pueblo esté beneficiándose económicamente más allá de las citas festeras señaladas, ya que el único bar del pueblo está cerrado y no hay tiendas en las que puedan consumir los visitantes. «Dan ganas de abrir un comercio de esos de souvenirs», dice con humor Manuela, que da por bueno el hecho de que Villangómez atraiga a muchas personas por sus murales. «Da vida al pueblo, y eso siempre es bueno, la verdad. Es alegría», apostilla. Adentrarse en el caserío y deambular por las sus calles es una invitación al asombro: doblas cualquier esquina y todo es un hallazgo: esa caricia maravillosa, llena de amor y de ternura, en la que se envuelven los bustos griegos de Apolo y Calíope que parece la ensoñación de un enamorado; una mujer y un tigre; una brillante lectura de la involución humana; un homenaje a Miguel Delibes; un guiño permanente a los pollos que tan importantes son para esta zona.

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