Hoy hablaré sobre las putinadas que hace el hijo de Putin ese (y no le insulto, que genéticamente lo es) a todo el orbe, y más a Ucrania. Esta tirilla la dedico a la gresca mundial montada, porque no hay conversación, televisión, radio, prensa escrita, cuñado, tía política, vecina y demás, que no trate del jaleo en el que nos ha metido el amigo con esa guerra, de masacres inhumanas, bebés o niños muertos o perdidos, y demás animaladas. Aparte, desayunando, comiendo y cenando sabemos que la extremísima izquierda y sus alelados, digo, aliados, echan la culpa del abuso energético, el cabreo ganadero, los transportistas, la pesca, los toros, etc., a la nazista y extremista derecha. Si esa extrema derecha es el partido Vox, ya les pueden mandar sus afiliados a esos parlapuñaos, mil kilos de nécoras, langostinos y demás sindicalmariscos, que tanto aprecian, para que sigan hablando de ellos, porque esos dimes y diretes son más votos para la alforja voxera; ¡ay, Señor!, ¡pero qué tontos!

Encima, ahora resulta que ese terrorista, criminal de guerra, asesino, e hijo de Putin, por su soberbia e inusitada invasión guerrera a sus vecinos, tiene la culpa de todo lo malo que ocurre en España, como que no haya leche, aceite de girasol, o de la subida eléctrica y la volatilidad del gas, o que, mientras en otras naciones, incluso Portugal, hayan hecho los deberes sus gobiernos, el nuestro lo dejase para el pasado 29; y hoy, día 31, ya notamos la mejoría, ¿a que sí? Por eso voy a proponer que la palabra putinada (más que putada), sea epónimo (nombre propio, de una persona o de un lugar, que se llega a asociar con alguna de sus características con tanta fuerza que pasa al lenguaje cotidiano designando esa realidad y quedando casi olvidado su origen), como p. ej.: los leotardos, que viene de las mallas usadas por Jules Léotard, acróbata francés del XIX, que inventó el trapecio volante. E igual también pido incluir sanchazo, que sabemos muy bien lo que significa y de quién viene (similar, pero en plan hachazo). Para acabar con la calima, regala el Sahara. ¡Zasca!. ¡San…chaz!