Llevamos dos años y medio de locos. Una pandemia, tres olas de calor, sequía, medidas de ahorro energético y mucha confrontación política. Podríamos acostumbrarnos a la cantidad de mensajes aterradores que escuchamos, cada día, acerca de nuestro presente y futuro, pero ese sería, sin duda, el final de esta terrorífica historia. Una auténtica pesadilla al más puro estilo The Walking Dead en la que los mandamases no se ponen de acuerdo ni para salvarnos la vida.

En España -como en The Walking Dead (cómic y serie post-apocalípticos)- existen grupos claramente diferenciados, con unos mismos objetivos y maneras muy diversas de alcanzarlos. A la mayoría no le importa poner zancadillas o lanzar flechas en cualquier dirección con tal de llegar vivo al final de la partida. La mentira es una de las armas más poderosas de todas las empleadas por los líderes grupales. Y la repetición, por supuesto, porque ya conocen aquello de «repite, repite, que algo queda», y no les importa utilizarla echando por tierra sus principios morales, si es que alguno queda.

Los tiempos convulsos, como estos, requieren decisiones importantes, diálogo, consenso y mucha humildad, porque sin esta última resulta extremadamente difícil conseguir lo primero. Y si hay algo de lo que carecen los políticos hoy en día es precisamente de humildad. Sobra soberbia, mentira y confrontación y falta amor por los demás.

Faltan ocho meses para las elecciones municipales y autonómicas y sinceramente, después de todo lo que hemos pasado, creo que no estamos preparados para esa eterna precampaña que, sin poder llamarla todavía así, podríamos decir que ya ha comenzado.