Quién dijo miedo

ALMUDENA SANZ
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El cine al aire libre de terror y fantástico de la UBU vuelve a arrasar entre el público, que ni teme al frío, que vence con mantas y abrigos, ni al género propuesto ni al intrigante escenario que brindan los jardines del Hospital Militar

El corto ‘Mira’ y el largo ‘Southbound’ cerraron la noche del miércoles la cuarta edición con otro lleno. - Foto: Alberto Rodrigo

Quedan 15 minutos para las doce de la noche y hace horas que los 20 grados abandonaron el termómetro. Hace falta algo más que la chaquetilla para espantar al frío. La oscuridad se cierne sobre los jardines del Hospital Militar. Cerca de 300 personas se sientan frente a una gran pantalla donde unos enmascarados están a punto de hundir un cuchillo de cocina en el vientre de un hombre espantado que clama por su vida. En ese momento, el viento presenta credenciales como actor. Ulula. Y provoca un escalofrío en los espectadores de la última fila. Ni el abrigo ni la capucha impiden el sobrecogimiento. Sigue la trama, y los sobresaltos, y ese intérprete espontáneo. Uno de los actores suelta un enérgico ‘hostia-puta’ y el viento pega un fuerte soplido. Efectos especiales en directo. Termina la proyección, y en orden, fila a fila, con las indicaciones de una voz en off, los asistentes salen en procesión, junto a los barracones. Las imágenes tétricas no cesan. 

El escenario es clave en el éxito del Ciclo de Cine de Terror y Fantástico al Aire Libre de la Universidad de Burgos (UBU). Su director de Actividades Culturales, Carlos Lozano, no tiene duda de que hace cuatro años dieron en el clavo. 

«Los jardines del Hospital Militar generan todas las condiciones, con la pantalla en la pared de la capilla, coronada por una cruz, los árboles alrededor y la noche, claro», ilustra al tiempo que afirma que ni se plantea dar cabida en la cartelera a otros géneros. «El terror y la fantasía no se suelen tocar en la programación que el Aula de Cine realiza durante el curso y así completamos el espectro porque todos los demás sí tienen cabida de octubre a mayo», detalla. 

La ausencia en la agenda del Tablero de Música, por seguridad sanitaria y por las obras en la red de calor del Hospital del Rey, han aumentado en una sesión esta programación. Y las cuatro noches se ha llenado (240 sillas). 

Los fieles dicen tururú al frío, que combaten con abrigos de invierno, capuchas incluidas, y mantas sobre las piernas, y no temen al pánico que puedan provocar las propuestas fílmicas ni a las sombras que se dibujan en el recinto. 

«Son unos valientes; hemos tenido noches bastante frías, por no decir heladas, pero la respuesta siempre es buena y, sobre todo, de un público joven, que es uno de nuestros objetivos: intentar que nuestros propios alumnos, y los que no lo son, participen de las actividades de la universidad», agrega Lozano sobre esta apuesta por el cine al aire libre a la que, actualmente en la capital, solo se ha unido el Instituto de la Lengua con el ciclo dedicado a los premios Goya al mejor guion original en el jardín del Palacio de la Isla.