Víctor Arribas

VERDADES ARRIESGADAS

Víctor Arribas

Periodista


Cartera joven

10/10/2021

El gobierno de coalición se lanza a por el voto de los jóvenes votantes. Los que cumplen 18 años y pueden ejercer por primera vez el voto. Aquellos que tendrán en 2023 varias citas con las urnas en el estreno de su mayoría de edad y a los que hay que capturar para que elijan bien la papeleta. Y de capturar viene el término cautivo. Y así estamos ante una nueva modalidad de voto cautivo que se ha creado esta semana con el anuncio de un bono de 400 euros para que los jóvenes que estrenen la mayoría de edad legal puedan gastarlo en sus aficiones musicales o cibernéticas, porque hasta los videojuegos con los que se desconectan de sus familias durante horas podrán comprar con la paguita cultural. La cartera de los jóvenes va a poder engordar así durante unas semanas gracias a la subvención de sus gastillos que correrán a cargo del Estado.

Un cuarenta por ciento de los jóvenes españoles está en paro. Los incentivos para que las empresas les contraten se rebelan como inútiles con esa cifra en la mano. Todo lo que se pueda decir respecto al drama que supone para un país ese porcentaje es poco, pero lo primero que se piensa respecto a ellos es de qué forma contentarlos para que puedan gastar más, gastar tranquilamente, y además congraciarse también con el sector de la cultura que ahora no tiene cejas que arquear pero sigue teniendo subvenciones que recibir. Los dos centenares de millones que se van a presupuestar para este bono joven serían calderilla para los pequeños empresarios, que además no verán ni un euro de los fondos europeos que van a quedar en las alturas de unos lobbies que llevan más de un año mordiendo la presa de los Next Generation. Pero al menos podrían suponer un principio de ayuda para la contratación de los adolescentes que pasan a ser mayores de edad, que no necesitarían así pagas culturales ni prebendas.

Cuando se anunció este bono el miércoles corrió la especie de que no era lo suficientemente progresista porque permitiría a la juventud asistir gratis a las corridas de toros, una actividad considerada de interés cultural. No había caminado la mañana del jueves más allá de unos pasos hasta que el ministro Iceta aclarara el malentendido con un mentís claro y diáfano: ni por asomo ir a los toros lo pagará el Estado aunque uno acabe de afeitarse por primera vez y pueda ser votante novel. Puede más incluso la ideología que la captura del voto inocente.