Las huellas del frente más desconocido

A.C.
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José Luis García ha documentado 26 grabados hechos por los soldados italianos en la Guerra Civil y un sinfín de trincheras de ambos bandos que ve como un recurso turístico a explotar

En Ahedo de las Pueblas se conserva un puesto avanzado de los sublevados. Tiene una construcción circular casi derruida para una pieza de artillería. En la imagen, José Luis García - Foto: A.C.

Solo los nonagenarios y centenarios de la comarca pueden dar fe de aquellos días de julio de 1936 en que la comarca se dividió entre las dos españas de la noche a la mañana y de aquella primavera de 1937, en que 35.000 soldados italianos de las divisiones Littorio, Fiamme Nere Llamas Negras) y XXIII de Marzo, todas ellas del Corpo di Truppe Volontarie (Cuerpo de Tropas Voluntarias), permanecieron cuatro meses en las tierras de Las Merindades para iniciar desde el noroeste la Batalla de Santander junto a los sublevados. Algunos, como Daniel, de Ahedo de las Pueblas, quien ya murió hace unos años, regaló sus vivencias al investigador medinés José Luis García Ruiz y le contó cómo fue contratado por las tropas de Mussolini para llevar con dos borriquillos los cargamentos de balas.

Muy cerca de su pueblo, a apenas 10 minutos andando, se encuentra un puesto avanzado de los sublevados de unos 80 metros de longitud, una trinchera de la que quedan dos muros paralelos de buena piedra de sillería, en parte derruida, y una construcción circular que previsiblemente protegía una pieza grande de artillería. A la izquierda se ve Ahedo, a la derecha se divisa Busnela y enfrente, a poco más de un kilómetro al norte, se localizan las líneas de los republicanos que trataban de defender las tierras cántabras. Detrás, al sur, el cerro de la Maza se eleva hasta 1.165 metros, la atalaya desde la que los generales Francisco Franco y Fidel Dávila, junto con los italianos Ettore Bastico, Mario Berti, Attilio Teruzzi y Emilio Frusci, dirigieron la batalla de Santander a partir del 14 de agosto de 1937, como dan fe las fotografías realizadas.

A partir del alzamiento, los integrantes de uno y otro bando se esmeraron en defender las posiciones desde sus trincheras. Apenas el Valle de Mena, la Merindad de Montija y Arija quedaron en tierra republicana. Las líneas montañosas más elevadas marcaban aquellas fronteras pasajeras. Se produjeron escaramuzas, muchas para defender o conquistar la carretera Nacional 623, uno de los objetivos principales, al ser el paso hacia la capital burgalesa. Pero la verdadera guerra de la que fueron testigos aquellos lugares fue la ofensiva iniciada el 14 de agosto de 1937 para entrar en la entonces provincia de Santander, que había quedado del lado republicano. De estos puestos de vigilancia y defensa quedan innumerables vestigios desde la comarca de La Lora, de oeste a este, pasando por los alfoces de Bricia y Santa Gadea, Arija, el Valle de Valdebezana y la Merindad de Valdeporres. Siguen ahí, testigos mudos de lo ocurrido hace 85 años.

García Ruiz lleva una década volcado en documentar y localizar estas trincheras, así como los grabados o iconos que los soldados italianos realizaban con sus cuchillos o bayonetas en las paredes de roca y en peñascos de gran volumen mientras pasaban horas y horas en sus puestos de vigilancia, muchas veces junto a cruces de caminos o lugares a gran altura. Junto a la  directora de la Boston Universty y de su departamento de Arqueología e Historia, Amalia Pérez-Juez Gil, el investigador medinés está ultimando un trabajo sobre esta iconografía que espera ver publicado en los próximos meses en una revista especializada.

Proteger primero. Ha dado ya con 26 iconos, con el último hace un año. Los mejores ejemplos permanecen a salvo del paso del tiempo y de las máquinas excavadoras en la Merindad de Valdeporres, pero también se conservan en Valdebezana, Sotoscueva y Villarcayo. Un grabado con perfectas letras mayúsculas dice sobre la roca ‘L’Europa sara fascista...’. En otro se indica el año de la era fascista de Mussolini y en letras mayúsculas VV Duce (Viva el Duce). Otro visitado por DB da fe del paso de la III Batería de la División Fiamme Nere por el puerto del Escudo junto al alto de la Matanela o de la Magdalena, donde el se unen Cantabria y Castilla.

Allí se encontraba la segunda línea defensiva de los republicanos, de la que queda una trinchera excavada de 1,2 kilómetros y varias líneas de entrada para llevar los suministros. A pocos metros, los italianos levantaron el monumento funerario en honor de sus 424 hombres muertos combate, parte de los cuales fueron repatriados.

García Ruiz quiere intentar promover primero la protección de todos estos elementos impulsando su declaración como bienes de interés cultural (BIC) ante la Junta de Castilla y León y después, su promoción como un recurso turístico que podría ser muy atractivo. Para conocerlos se podrían realizar rutas guiadas por los bellos enclaves de Valdebezana y Valdeporres relatando aquellas historias que han ido trasmitiéndose de forma oral sobre los italianos, cuyos mandos se hacían con una casa del pueblo y dejaban a sus propietarios en el pajar, si no había sitio para todos, pero que compartían el rancho sobrante con los vecinos en tiempos de hambruna o llegaban a los pueblos de Cantabria repartiendo chuscos de pan de harina de trigo tras un año sin poder masticar más que el de maíz. O las de aquellas pocas decenas de italianos que llegaron primero, los cartógrafos que iban levantando mapas del terreno y que cogían recordadas borracheras.