Un burgalés de altos vuelos

B.G.R.
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El ingeniero aeronáutico Roberto Merino, que reside en Holanda, ha sido uno de los tres candidatos al Premio Europeo de Jóvenes Investigadores convocado por la asociación EuroScience. Valora la experiencia aunque no consiguiera ganar

Merino expuso de trabajo en solo cinco minutos en un evento celebrado en la ciudad holandesa de Leiden. - Foto: DB

La carrera profesional del burgalés Roberto Merino suma y sigue en reconocimientos. Hace tres años consiguió que su tesis doctoral, que analiza exhaustivamente la procedencia del ruido de los aviones, fuera la mejor de Europa. La realizó en la Universidad  de Delft después de haber cursado la carrera de Aeronáutica en la Politécnica de Madrid. En la ciudad holandesa continúa su trayectoria profesional, ahora ya como profesor con plaza de la Facultad de Ingeniería Aeroespacial, donde ha creado su propio grupo de investigación y acaba de obtener una financiación de 4 millones para un proyecto.

Intercalando todos estos avances, decidió presentarse este año al Premio Europeo de Jóvenes Investigadores que convoca EuroScience, una asociación que trabaja por el fomento de la ciencia y la tecnología y en la que participan 75 países. Tomó esta decisión porque cumplía con los requisitos. «Se valoran cuatro criterios; la calidad de la investigación, la dimensión europea, la participación en proyectos y la divulgación», explica.

El jurado seleccionó a 200 candidatos y Merino ocupó un puesto entre los tres finalistas. Tuvo que presentar su trabajo en cinco minutos y la decisión final la tomó el público asistente. Reconoce que a pesar de no haber quedado el primero, lo consiguió una investigadora italiana, la experiencia resultó de lo más gratificante al darle la oportunidad de participar en un evento con científicos de numerosos países, además de haber recibido un premio de 1.000 euros. 

No se esperaba su clasificación. «Fue toda una sorpresa y alegría», confiesa mientras continúa trabajando en su campo de estudio y compagina la docencia con la consultoría en una empresa en la que diseña un túnel de viento aeroacústico. Dedica sus principales esfuerzos en «determinar qué características del sonido de los aviones causan molestias en las personas», ya que las métricas que se usan en la actualidad «no tienen mucho en cuenta cómo funciona el oído».

Un campo que califica de «muy interesante» y en el que continuará investigando en Holanda a pesar de que mantiene su sueño de poder regresar a su Burgos natal. Asegura que la situación de los científicos españoles no ha mejorado en los últimos años y que las diferencias con su país de acogida no solo se dan en el salario, sino también en las «condiciones laborales en general (recursos o instalaciones) y en el reconocimiento: «Creo que debería investirse más en ciencia, ya que es la única manera de ser competitivos de cara al futuro».

Lleva a gala su ciudad de origen, que intenta promocionar entre compañeros de otros países que solo suelen conocer capitales como Madrid y Barcelona, aunque asegura que el Camino de Santiago pone a Burgos en el mapa.