Navidad

MARTÍN G. BARBADILLO
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"En mi etapa de instituto, principios de los 90, el arranque de la Navidad lo marcaba el último día de clase, conocido como 'La Champanada'. Era una celebración, vista desde la perspectiva actual, absolutamente salvaje"

En el Espolón se decoran las ramas de los árboles con luces blancas y el resultado es muy fino. - Foto: Valdivielso

¿Qué es? La celebración, según la tradición cristiana, del nacimiento de Jesucristo.

Edad. Esa fecha se tomó como el principio de nuestro calendario y acabamos de iniciar el año 2021.

Si hay algo que sucede en todas partes es la Navidad. Claro, pero en cada sitio tiene sus peculiaridades: en Nueva York plantan el árbol gigante en el Rockefeller Center, Vigo se transforma en una feria de luces...

¿Y Burgos? Bueno, lo vive como es la ciudad, de una forma menos espectacular que los ejemplos anteriores, por decirlo de alguna manera. Es una mezcla de adaptación, más o menos acertada, de las modas imperantes con elementos de la tradición. Nadie de fuera se acerca a conocer nuestras navidades, son más bien de consumo interno y ya. Pero vayamos por partes.

Vamos pues. Ahora las fiestas empiezan con el encendido de las luces, en el puente de la Constitución. Es pronto, pero en otros países el mismo hecho se produce a principios de noviembre. Business is business. Hace años era distinto. En mi etapa de instituto, principios de los 90, el arranque lo marcaba el último día de clase, conocido como "La Champanada". Era una celebración, vista desde la perspectiva actual, absolutamente salvaje. Funcionaba de la siguiente manera: quedábamos a las 8 de la mañana o antes, íbamos a las tiendas del barrio y comprábamos champán ultrabarato, que era de todo menos champán. No hace falta decir que nadie pedía DNI ni nada parecido para adquirirlo. Dábamos cuenta de él y nos acercábamos al instituto porque había clases hasta media mañana. Te puedes imaginar cómo discurrían. Después, hordas de adolescentes se acercaban a la Plaza Mayor a seguir con el mismo plan, previa visita a las tiendas del camino. Allí se veía de todo, desde botellas del autoproclamado champán que ascendían primero y caían del cielo sin control después hasta inconsciencias etílicas generalizadas.

Un poco por demás, ¿no? Eso pensó el Ayuntamiento de la época, que contraatacó con actividades alternativas. Recuerdo un año que montaron una carpa en el actual párking de Santa Teresa y actuaron los Burning ¡a las doce de la mañana! Los tipos tenían pinta de no haber tocado en su vida a horas tan intempestivas, e incluso de no haber estado despiertos jamás tan pronto. El hecho es que la chavalería estaba en un estado parecido al que presentaba en la Plaza Mayor pero en un ambiente más controlado.

Sí que se empezaba fuerte. Ahora todo es más tranquilo. La gente sale, pasea, vuelve a pasear... Aunque la forma en que se vive la Navidad depende del momento vital de cada uno, y lo que marca la diferencia es si se tienen niños o no, o si se es un niño, claro.

Los niños lo viven de otra manera. La Navidad es, básicamente, para ellos. Y para comprar, no lo olvidemos. Para los pequeños se monta gran parte del chiringuito.

¿Y qué se puede ver? Lo más evidente son las luces en las calles. Aquí están, sobre todo en el centro. En otros barrios las hay colocadas sobre una farola, sí; sobre 15, no. Por supuesto, es una cuestión de gustos, pero, en mi opinión, podrían ser más estilosas. Además, se decoran la Plaza Mayor y el entorno del MEH con elementos más grandes, que incluyen música, de gusto discutible. Pero hay que decir que a mucha gente le encantan, no paran de hacerse selfies con ellos de fondo. Yendo más allá, podríamos debatir la propia necesidad de colocar luces de Navidad.

No seas el Grinch. En absoluto. Soy el espíritu de la Navidad. En el Espolón, por ejemplo, se decoran las ramas de los falsos plátanos con luces blancas y el resultado es muy fino. Pero el mercado navideño que se instala en la Plaza del Rey San Fernando -este año en El Espolón-, un entorno fantástico, no recuerda ni por asomo a los que se pueden visitar en Francia o Alemania. Copiar para eso... Para niños (y grandes) suele haber una pista de patinaje sobre hielo, que da vidilla, y actividades en algunos polideportivos: es el PIN, Parque Infantil de Navidad, que cuenta con hinchables y atracciones, aunque la temperatura en esos lugares no difiere mucho de la de la pista de hielo.

¿Qué esperas? Es invierno. Algo parecido a una calefacción que merezca ese nombre. Otro clásico son los belenes. El top 1 es el que instala el ejército en el claustro bajo de la catedral. Es enorme, como las colas para visitarlo. Algunos años ha habido exposiciones de playmobils en el Teatro Principal, otro clásico visitadísimo, y nunca falta la muestra con las imágenes del año recogidas por los fotógrafos de este periódico. Y hay una particularidad local muy curiosa: el obispillo, una fiesta medieval recuperada hace años. Por resumir, te puedes encontrar en el Espolón a un niño vestido de jerarca eclesiástico montado en un caballo blanco. Parece de una película de David Lynch.

Bueno, hay cosas. Sí, pero las navidades se hacen largas. Súmale a todo la sucesión de comidas copiosas en las que, aquí, el cordero (lechal) es el rey. Pero, afortunadamente, como en las historias del Hollywood clásico, tienen un final por todo lo alto: la cabalgata de Reyes. Extiende la fiesta a zonas más amplias de la ciudad, discurre de Gamonal al centro, y es sin duda el evento público con más asistentes a lo largo de todo el año. Y hay que decir que no está mal; además de lo que te puedes esperar en una cabalgata, intervienen grupos de animación, generalmente franceses, que dan un contrapunto transgresor muy potente. Si eres un niño, como es lógico, flipas todo el rato. 

En cualquier caso, ¿te traerán muchas cosas? Tú sabes que soy bueno, y ellos también.

Si quieres parecer integrado. Lánzate a por los caramelos en la cabalgata como si te fuera la vida. Puedes llevar un paraguas y colocarlo boca arriba para pillar más.

Nunca, nunca, nunca... Reniegues de la Navidad. No servirá de nada. Como todo en la vida, lo bueno y lo malo acaba por pasar.

*Este reportaje se publicó en el suplemento Maneras de vivir del 2 de enero de 2021.