El luto más divertido

B.D.
-

Tras varios días de disfraces, jolgorio y alegría, el tradicional entierro de la sardina puso fin a la fiesta del Carnaval. Un 'sepelio' en el que participaron cientos de personas, en una particular cabalgata de viudas, viudos y plañideras

La quema de la sardina transcurrió sin incidentes gracias al trabajo de Protección Civil, Policía Local y Bomberos. El acto se cerró con el Himno a Burgos. - Foto: Valdivielso

El Carnaval de 2023 ya es pura ceniza. Tras los disfraces, los bailes, los pasacalles y los desfiles, y como siguiendo la letra de esa canción cuya melodía resuena en el imaginario popular («no hay que llorar, que la vida es un carnaval y las penas se van cantando»), la víspera del miércoles de ceniza volvió a tener lugar el tradicional entierro de la sardina. Un ritual que puso fin a varios días de fiesta -fue organizado un año más por la asociación Burgos Centro y Cía, con el apoyo de la Concejalía de Festejos- y que discurrió con normalidad gracias al trabajo de Protección Civil, Policía Local y Bomberos.

Con la quema, que fue un visto y no visto, el numeroso público que se congregó en la Llana de Afuera y en la barandilla de la calle Fernán González mandó a la hoguera, por invitación de Sito, el animador, aquello que no nos gusta. Desde los miedos a las penas, pasando por los domingos por la tarde, la chulería, la falta de educación, el acoso o la homofobia. Sin olvidar los chistes del cuñado y los discursos de los políticos. Todo esto y mucho más ardió con la preciosa figura de madera creada por la Asociación de Artistas Plásticos de Gamonal, que en apenas dos minutos (el tiempo que duró el canto del Himno a Burgos) quedó reducida a la nada entre sonoros aplausos.

Antes de llegar a la hoguera, la sardina paseó por las abarrotadas calles del centro de la ciudad; la buena temperatura hizo que esta última jornada del carnaval sacara a muchos ciudadanos de sus casas, que flanquearon en masa el paso de la comitiva aunque se echó de menos un poquito más de animación. «Estáis más parados que un frigorífico en el Everest», se escuchó desde dentro del desfile (...).

(Más información, en la edición impresa de Diario de Burgos de hoy miércoles o aquí)