Las cartas ya vuelan a Oriente

ALMUDENA SANZ
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Los carteros del Servicio Mágico Postal recorren las calles de Burgos capital con sus buzones para recoger las misivas de los niños para los Reyes Magos. Hoy y mañana continúan con tres pases diarios en la Plaza Mayor, parque Félix y San Agustín

Los buzones reales, diseñados por Cristino, cuentan con tres ranuras a distintas alturas. - Foto: Patricia

Valeria tiene seis años y sujeta en la mano su carta para los Reyes Magos, manuscrita con mucho mimo, en la que pide un libro, una Nancy, un muñeco, una cocina y el disfraz de Elsa. Ya queda menos para que Melchor, Gaspar y Baltasar conozcan sus deseos. A un par de metros de esta niña, y de muchas más, se encuentran los carteros reales prestos a iniciar la misión que los ha traído a Burgos. Ultiman el carromato que traslada el buzón con el que recorrerán las calles capitalinas para recoger esas misivas. Visten llamativos trajes, muy orientales, con mucho brillibrilli, terciopelos, plumas y bombillitas que los impiden pasar desapercibidos. 

Su presencia a orillas del Arlanzón -solo faltaban los que ayer hicieron la ronda en Gamonal- corrió veloz. Antes de la hora anunciada, muchos pequeños con sus también muy ilusionados papás se acercaban a estos personajes, sustitutos de los emisarios reales de años anteriores. Como eran seis, se repartieron tres y tres. Unos hacia la Plaza Mayor; otros, al Espolón. Una nutrida procesión detrás de cada uno. 

María y Leo, cuatro años cada uno, tomaron rumbo hacia el céntrico paseo, seducidos por los candiles de colores con los que marcaban el paso los carteros, que saludaban a todos con los que se cruzaban. Iban los dos primos de la mano, con sus deseos bien agarrados en la que quedaba libre, sin perder detalle ni paso. Hasta detenerse frente a los Cuatro Reyes, en el rincón junto a los arcos del Ayuntamiento. Mientras, en la Plaza Mayor pasaba otro cuarto de lo mismo, con el otro grupo. Y, probablemente, en la plaza de Santiago, se repetía la escena. 

El carromato de los carteros arrastró a una enorme fila de pequeños desde el inicio. El carromato de los carteros arrastró a una enorme fila de pequeños desde el inicio. - Foto: Patricia

Ante la mirada cada vez más expectante de los pequeños, los empleados del Servicio Mágico Postal prepararon todo antes de explicar el procedimiento. Los ojos cada vez más ávidos. El corro cada vez más nutrido, aunque a alguno, como a Dora (tres años), se le olvidó la carta y tendrá que volver. Y llegó el momento de hacer una fila, y de pasar con el sobre para ponerle el sello, y avanzar hacia el buzón, con tres ranuras a distintas alturas, y echar las peticiones para sus Majestades. El alegre sonido de una campanilla advierte que esa carta ya vuela hacia Oriente (...).

(Reportaje completo, en la edición impresa de Diario de Burgos de hoy martes o aquí)