Crear con alma para unos pies felices

S.F.L.
-

El artesano Juan Sepúlveda construye y transforma desde su recién inaugurado taller de Briviesca piezas únicas de calzado totalmente a mano, que requieren semanas de trabajo

Crear con alma para unos pies felices - Foto: S.F.L.

Calzar una pieza elaborada a mano exclusiva es un lujo no apto para todos los bolsillos que pervive gracias al oficio minoritario de artesanos como Juan Sepúlveda, chileno de nacimiento, vasco de corazón y ahora vecino de Briviesca. Con apenas 14 años se dejó llevar por la pasión que le transmitía el trabajo de su mentor, un zapatero navarro que confío en sus capacidades cuando se jubiló, del que aprendió, entre otras aptitudes, a esculpir auténticas joyas con la delicadeza que requieren.

De sus lecciones aprendió las técnicas de elaborar zapatos a medida, conocimientos que amplió con el paso de los años a través de los diferentes negocios en los que ha trabajado en el País Vasco, Madrid o Burgos. Cuarenta y tres años de carrera le proporcionan una experiencia en el sector que le ha llevado a colaborar con algunas de las firmas de moda más reconocidas del mundo. Pese a ello, «vestir pies exige muchísima dedicación y horas interminables frente a la máquina de coser», comenta. 

En Bilbao abrió un local en el que ofrecía el servicio básico como zapatero (más que fabricar, reparaba calzado), pero rápido comprendió que eso no era lo suyo. Se arriesgó y ganó. Sus creaciones únicas con todo tipo de pieles, incluso exóticas, -ahora solo emplea las de animales de consumo alimentario- le llevaron a lo más alto y se hizo un hueco no solo entre la alta sociedad vasca, sino también madrileña, catalana e incluso extranjera, y entre sus clientes habituales se encontraban el ya fallecido Iñaki Azkuna (alcalde de Bilbao), el jugador de fútbol Joseba Etxeberria y otros que opta por guardarse ya que continúan encargándole piezas.

Además de por la finura con la que ejecuta sus creaciones, Sepúlveda es reconocido porque no hay reto que se le resista. Detallar en estas líneas el proceso de elaboración que siguen sus zapatos, botas o sandalias no es labor sencilla. Si bien, el artesano explica sin poder dar una cifra exacta de horas que invierte en la elaboración de unos zapatos que realiza «unos cuantos pares al año». Para elaborarlos necesita un ambiente relajado, en parte por ello optó trasladarse a la capital burebana, además de aclarar con el cliente lo que busca. «Me lo cuenta, lo diseño en papel, tomó medidas de cada pie y me pongo en marcha. No empleo tecnología en 3D, yo soy de los de antes, de los de cinta métrica, dibujo a mano alzada y máquina de coser con pedal», narra con orgullo.

El contacto directo con los clientes explica, en parte, el éxito de sus productos. Mima cada detalle y moldea cada pie para que el resultado sea cómodo y saludable, con el objetivo de evitar molestias, presiones o rozaduras. «Todo ello se basa en ajustar la horma, limar o añadir piel hasta que el zapato quede como un guante», aclara. ¿Los precios? No los oculta. «Pueden ir desde los 200 euros hasta los 600 o más, dependiendo de las exigencias del consumidor». Además, ejecuta modificaciones y es capaz de transformar un zapato cerrado en una sandalia abierta, o «modificar una bota hasta hacerla irreconocible hasta para su propietaria», exclama entre risas. Sobre su trayectoria en el sector del lujo recuerda que uno de sus encargos más especiales la fabricación de unas botas mosqueteras recubiertas de cristales de Swarovski.

Desde su atelier, ubicado en la céntrica calle Santa María Encimera de Briviesca, ofrece servicio de reparación de maletas y vende sus zapatos. También, carteras, bolsos, maletines y cinturones. Allí continúa cortando la piel, montando cada pieza, cosiéndola, lijándola y tintándola en el caso que sea necesario. No solo para un público elitista. Otros muchos de sus clientes sufren problemas en los pies y buscan un calzado que les permita «salir a pasear sin padecer dolores insufribles, nada más», expone. Pero también llaman a su puerta amantes del calzado que no buscan marcas, sino exclusividad. Por todo ello, no piensa en el futuro. Se debe a su público. Se debe a su pasión.