Los murubes de Carmen Lorenzo deslucen el cuarto festejo

EFE
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Espectáculo aburrido en el Coliseum, donde solamente se han paseado dos orejas, una para el peruano Andrés Roca Rey y otra para el joven Tomás Rufo

Los murubes de Carmen Lorenzo deslucen el cuarto festejo - Foto: J.J.M

Una blanda y descastada corrida de Carmen Lorenzo ha condicionado sobremanera el cuarto festejo de abono de la feria de Burgos, con un espectáculo aburrido y de escaso contenido artístico, en el que solamente se han paseado dos orejas, una para el peruano Andrés Roca Rey y otra para el joven Tomás Rufo.

El Juli abrió la tarde con un murube manso en los primeros tercios y que se lastimó una mano prácticamente en el inicio de la faena de muleta, lo que impidió el lucimiento de un Juli que, tras sobarlo por uno y otro lado, optó por irse a por la espada. Silencio.

Tampoco tuvo tela para cortar el madrileño con el descastado cuarto, un toro moribundo con el que anduvo en labores de enfermero a lo largo de una faena insulta y anodina por esa manifiesta falta de oponente propicio. Nuevo silencio para él.

Le faltó toro a Roca Rey en su primer turno, pues el de Carmen Lorenzo, flojo de remos, tendió a defenderse, sin entregarse jamás. El peruano sacó a relucir su versión menos poderosa y más templada para, a base de mimo y suavidad, poder potenciar las escasas virtudes de su oponente antes de pegarse un auténtico arrimón con el animal ya totalmente desfondado. Pinchazo, estocada y oreja para él.

El quinto siguió la tónica de prácticamente todo el envío: un animal blando y, sobre todo, de muy poca raza, con el Roca Rey volvió a estar por encima de las circunstancias, aprovechando esa movilidad que tuvo al principio de su lidia para instrumentar muletazos de buen porte antes de tener que recurrir nuevamente al toreo en la corta distancia. Se cerró la Puerta Grande por su desacertado uso de los aceros. Silencio en filas.

Rufo se las vio en primer lugar con un toro que, pese a tener cierta movilidad de salida, acabó volviendo grupas a tablas en las primeras tandas con la muleta. El toledano, firme con el capote, anduvo animoso con él en la querencia, aprovechando la inercia que tenía ahí el animal para argumentar una faena vistosa y comunicativa.

No se entiende que el palco no le otorgara la oreja con una mayoría de pañuelos blancos en los tendidos, como tampoco se explica que la gente no le sacara a saludar después ni siquiera una ovación desde el tercio.

Sí la cortó, en cambio, del sexto, que fue el único que medio se salvó de la quema, al menos por la movilidad que tuvo en el último tercio, lo que permitió a Rufo cuajar la faena más completa de la función, destacando varias series por el pitón izquierdo. A pesar del descabello que requirió tras media estocada paseó una oreja que puso fin a una tarde decepcionante por la falta de toros.

FICHA DEL FESTEJO. Seis toros de Carmen Lorenzo, desiguales de hechuras, blandos y descastados que, en general, ofrecieron un paupérrimo juego. Solo se medio salvó de la quema el manejable sexto.

Julián López, el Juli (azul marino y oro): pinchazo, estocada desprendida y dos descabellos (silencio); pinchazo hondo y descabello (silencio).
Roca Rey (espuma de mar y oro): pinchazo y estocada (oreja); tres pinchazos y descabello (silencio).
Tomás Rufo (azul marino y oro): estocada atravesada (silencio tras petición de oreja); media y descabello (oreja).

En cuadrillas, Fernando Sánchez saludó tras banderillear al tercero.

Antes de empezar el festejo, la ganadera Pilar Prado Benítez, propietaria del hierro Torrealta, recibió el premio al mejor toro de la feria del año pasado de manos del presidente del colegio de veterinarios de Burgos, Tomás Fisac de Frías.

El Coliseum burgalés se llenó prácticamente en su totalidad en la cuarta de la feria de San Pedro y San Pablo.